El “hacedor” de lluvias; creador de su felicidad, no siempre llega a ser feliz o a bañar su rostro con la suave lluvia. Su felicidad no siempre radica en lo que recibe sino en lo que puede dar. Así, unos lograrán ser felices con poco que reciban o con lo mucho que den de sí. “El secreto de la felicidad -decía en vida el conde León Tolstoi- no está en hacer siempre lo que quieres, sino en querer siempre lo que haces.” Pero no siempre el hombre hace lo que quiere, ni siempre ama lo que hace. Y -en hacer y querer o en dejar de hacer o dejar de querer- se le va la vida al fugaz hacedor de felicidades. Ese hacedor de lluvias y dichas pasajeras se va por el mundo a buscar su alegría, cuando a lo mejor la tenga dentro de sí mismo. Cuando al final del sendero llega a descubrir que -más que recibir- dar es el secreto de la felicidad.
Cuando dar es el secreto de la felicidad
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