Lo que pudo ser, lo fue. Lo que no pudo ser, no lo era. De tal manera que no te desalientes ni te culpes de lo que no pudo realizarse. Simplemente no era posible. Lo que perdiste no era tuyo. O a lo mejor fue tuyo sólo su ilusión. O como tantas cosas, son nuestras, pero no eternas. Todo tendría su tiempo y lugar y sólo fue real lo que ocurrió a tiempo y en el lugar indicado. Así al final del día pasó el amanecer que creíste eterno sobre el esplendor del llano. Mas, después de la noche, vendrá un nuevo día. Vamos ganando y perdiendo cosas en la vida. Al final, debes valorar lo más esencial, maravilloso o importante que ella te deja. Intenta lo más que puedas, pero recuerda tus limitaciones humanas. No somos el súper héroe que alcanza todas las victorias y todas las preseas y joyas del mundo. Somos tan sólo humanos. Goza y disfruta lo que te dé la vida. Paga con alegría su precio. El amor es la moneda de dos caras, en una de ellas está escrito el adiós. Pero eso no será obstáculo para vivir intensamente aquel instante breve y eterno del disfrute de amar.
Lo que pudo ser lo era; lo que no, no lo era
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