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Nave fantasma en altamar

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Por Carlos Balaguer |

El trovador del mar escribió en sus memorias los versos de un cantar de su historia de amor escrita en el lienzo del destino. Hablaban sobre un barco fantasma en altamar. Un viejo galeón que llevaba a bordo una tripulación en fuga. La misma que huía del ayer y de la guerra, buscando en su naufragio una tierra de promesas y de libertad. Su cantar decía: “Nave viajera se echó a andar/ por esos mares de la vida/ Nave perdida en un lugar de el mar azul/ Tal vez el viento la llevará/ Tal vez sus velas de plata y sal/ Como un fantasma navegará/ buscando un lugar/ ¡Nave solitaria viaja sin llegar!/ Nave solitaria era mi vida y te encontré/ Barco velero en alta mar/ de un par de velas para volar/ Toma el camino de Santiago/ la Vía Láctea de su destino/ Sin dejar huella se perderá/ detrás de su estrella/ ¡Nave solitaria viaja sin llegar/ Nave solitaria era mi vida y te encontré!” Aquel cantar surgido de las sombras de la memoria le hizo recordar que -al igual que su amada “Gaviota”- él también había llegado a las playas de aquel lejano puerto de pescadores desde un naufragio. Como algunos solemos llegar a tierra firme. A veces olvidando el ayer. En otras, recordándole, gracias a un desengaño de amor y de ilusiones. Desterrados de nuestra misma leyenda. (IX) (De: “El Mar de las Leyendas” C.B.)

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