¡Sigue volando por siempre Torogoz! ¡Nunca detengas –patria- tu vuelo inmemorial!
Hace algún tiempo se declaró ave nacional el “torogoz” o “barranquero” de nuestros bosques umbríos. El ave mística que los antiguos aborígenes llamaron “talapo” o “torogoz” que, precisamente, es el sonido de su canto. Esta joya de los aires, de verde esmeralda y copete celeste tornasol, se convirtió en patria. ¿Más, qué es la Patria? ¿Un ave fabulosa o un país sin volar? ¿Solar natal de nuestros hombres de oscuro barro y miel, donde crece la espiga bajo el sol de nuestros sueños? ¿O sólo un vuelo más e inmemorial en el azul? A veces herida por el vendaval y la injusticia. En otras, victoriosa en el aire, nunca ha dejado de volar. La mística ave en vuelo que se eleva ansiosa, buscando el porvenir de un inmenso anhelo colectivo y fugaz de libertad. Patria… Tal vez eres un pájaro perdido en frondas y montañas. El rostro lacrimoso de un niño sonriéndole al sol. Tal vez el pan, el río y la estrella. El tibio solar natal del hombre diario, conquistando el sueño inasible de su propio vuelo y destino… Acaso la alzada bandera azul y blanco en libertad, que a veces ondea sin fin, rota, ensangrentada o ultrajada en el viento turquí de nuestros cielos. ¡Sigue volando por siempre Torogoz! ¡Nunca detengas –patria- tu vuelo inmemorial!
“Torogoz”, el ave nacional
-