Estamos viviendo los tiempos catastróficos del clima, “el punto sin retorno” al que nunca le hicimos caso y tanto advirtieron los científicos. Nosotros, como país, estamos en la situación del perro flaco al que se le pegan más las pulgas: crisis hídrica, deforestación, contaminación de afluentes y la pérdida de la biodiversidad. Como país pobre y que formamos parte del corredor seco debería preocuparnos más, y deberíamos exigir más protagonismo de los ministerios relacionados al tema, funcionarios y activistas climáticos, así también políticas urgentes.
Ya no llovió y la sequía o fenómeno de El Niño incrementará los próximos meses y las zonas qué forman parte del corredor seco en El Salvador tendrán frente a sus narices hambruna y pobreza, migrar forzados por el clima. A estas alturas del partido ya deberíamos estar ante la presentación de una ambiciosa estrategia por parte del Ministerio de Agricultura y Ganadería, así también un plan de contingencia de un gobierno que se caracteriza por tomar delantera ante los acontecimientos como ha ocurrido con la declaración de alertas como fue el caso de las langostas hace unos años.
En la vecina Honduras ya se ha decretado la alerta en 64 municipios por las pérdidas provocadas por la sequía, en ganado y cultivos; la producción de leche ha decrecido por la sequía, así como la producción de granos básicos. Los campesinos hondureños se quedaron esperando las lluvias que normalmente comienzan a empapar la tierra a finales de abril. Eso lamentablemente no ha sucedido. Recordemos que parte del suministro alimentario a nuestro país proviene de ese vecino país, ¿acaso eso no debería preocuparnos?
Y que hay de todas esas personas que sobreviven de sus propios cultivos, que están viendo el embate de una cruda sequía en zonas del occidente del país como Guaymango, San Francisco Menéndez, Tacuba y otros sitios. ¿Qué alternativas y opciones tendrán para amortiguar el impacto de la difícil situación climática?
Lamentablemente son muy poco conocidas las acciones referentes al sector agrícola, y más cuando la agenda política la domina el tema de la seguridad y ahora el tema electoral comienza a tomar impulso.
Según datos de la FAO, en la franja de sequía qué sufren: Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica viven más de 10 millones de personas y la mayoría se dedica a las actividades agrícolas.
Al no haber que comer, la gente buscará opciones, van a migrar, el tema de la migración provocada por el clima ya es un hecho, la gente huye de la calamidad de la zonas donde viven en busca de oportunidades en otro lado más prometedor, y media vez no se cuenten con políticas concretas por parte del Estado, no podrán detener esa migración creciente.
También la FAO afirma que en Centroamérica el 80% de pequeños productores agrícolas viven en la pobreza, lo que los hace más vulnerables a migrar, el campo se quedará sin gente. ¿Cuál es la solución? La respuesta la tienen las autoridades. Deberían acentuar las prioridades, sobre todo lo que tiene que ver con la población en el área rural en donde hay más vulnerabilidad y donde los políticos solo se adentran durante la campaña política para pedir votos.
El cambio climático obliga a replantear el tema de la migración y una oportuna integración de los países centroamericanos para fortalecer este problema mayúsculo. Organismos e instituciones integracionistas deberían promover iniciativas en áreas como la agricultura y la adaptación de la sociedad, el sistema productivo, industrial, al cambio climático. A promover seriamente el tema de la descarbonizacion de las economías en la región.
Nuestro país, de lo poco que produce (agricultura) depende de países vecinos como: Guatemala, Honduras y Nicaragua, y como cada nación afronte esa problemática nosotros vamos a sentir el impacto. Es el momento afrontar con seriedad la crisis y saber informar sobre las medidas que se tomarán, el Estado debe garantizar la seguridad alimentaria de la población con soluciones eficientes y hacer trabajar a las carteras de estado correspondientes, también a sus ministros.