La cumbre del G20, que acaba de tener lugar en Bali, Indonesia, abordó los temas de la actualidad internacional puesta bajo tensiones: Ucrania, las consecuencias comerciales de dicho conflicto, cambio climático, etc. Los temas son numerosos tanto como los encuentros bilaterales y multilaterales cruzados no faltaron.
Desde el año 2000 está en discusión un acuerdo final entre la Unión Europea y el Mercosur sobre la agricultura. En este principio de 2024 queda pendiente y se ha vuelto uno de los temas de la cólera que expresan con fuerza los agricultores en la Unión Europea, y particularmente desde hace unos días, en Francia.
El acuerdo tiene como objetivo el de favorecer a la vez las exportaciones europeas de carros, textiles, alimentos como quesos, la leche en polvo, tanto como las importaciones de los países miembros del Mercosur como la carne y el etanol. Las negociaciones entre Brasil y Francia fueron interrupidas durante el mando del ex-presidente Jair Bolsonaro. Han sido retomadas desde 2023, a raíz de la elección de Luiz Inacio Lula da Silva. El ritmo político de las discusiones exige una concordancia que aún falto. Por su parte, después de haber denunciado la perspectiva de un acuerdo, Javier Milei, llegando a la Casa Rosada, quiso acelerar una conclusión favorable y rápida. Ahora es Europa que está frenando el ritmo, enfrentando una ola de cólera y protestaciones de sus agricultores. No se ve horizonte favorable por lo menos en los próximos meses, teniendo lugar las elecciones en el Parlamento Europeo en junio próximo.
Los desacuerdos versan sobre el fondo: alinearse sobre las normas europeas es demasiado exigente para el Mercosur. Parece difícil abrir el mercado público de América del Sur a las empresas europeas más complejas y que podrían hoy en día ahogar la transformación iniciada desde hace años por dicho mercado sin darle oportunidad en desarrollarse e industrializares por ellos mismos. A un contexto favoreciendo una incomprensión, se agrega una cólera del mundo agrícola europeo que puede transformarse en una rebelión, como lo fue entre 2018 y 2019, el movimiento de las camisas amarillas. Francia luce como el país ilustrador de esta realidad: calles bloqueadas, degradación de edificios oficiales en las regiones, el descontento crece. Un drama ocurrió el 23 de enero pasado, cuando una agricultora y su hija murieron en un accidente ocurrido en un bloqueo en el suroeste de Francia.
Confrontados a pérdidas económicas aceleradas por la crisis climática, los agricultores europeos se oponen a "las políticas verdes" que consideran como injustas y preocupantes para el porvenir. Reducción de financiamientos y compelidas de políticas diferentes sirvieron de estallido a una cólera que existe desde hace años. El diesel agrícola vuelve dentro de poco, más carro después de la supresión de varias subvenciones. Por ejemplo, en Francia, los agricultores tendrán que pagar 47 millones de euros suplementarios sobre el consumo de agua, Se oponen a varias interdicciones de pesticidas y herbicidas definidos por el "Green deal" europeo, tanto como la perspectiva de importaciones de carne de res brasileño o argentino. Afirman que dichos países sur americanos no tienen las mismas normas que las europeas, tanto en materia de uso de proyectos como sobre el bienestar del animal. Al final del cuento, la contradicción de las políticas llevadas a cabo obliga al sector agrícola a reducir su impacto sobre el medio ambiente, mientras debe aumentar la producción alimentaria. Ahora bien, en Francia, el gobierno suspendió en diciembre pasado el aumento del diesel tanto como canceló una proposición de interdicción de un herbicidio en el corazón de la controversia. Pero el malestar y la preocupación son tan profundos que la cólera creció y se extendió.
En Alemania tanto como en los Países Bajos, las inquietudes son todas parecidas. En Polonia, las manifestaciones contra las importaciones de cereales de Ucrania tuvieron lugar. En Rumania tanto como en Bulgaria, Hungría, Eslovaquia, las quejas sobre la competencia desleal sobre las cereales proveniendo de Ucrania no paran.
Sufriendo de sequías, incendios tanto como inundaciones, los agricultores afirman que las políticas verdes refuerzan el peso sobre ellos. Puede ser que dentro de poco, España e Italia se junten a este movimiento.
En este contexto, la agricultura esta volviéndose como un tema central en la perspectiva de las elecciones en el Parlamento Europeo que tendrán lugar en junio próximo, salvo que se encuentren acuerdos en los países europeos, entre los gobiernos y los agricultores, aceptados por la Comisión Europea. Tantos desafíos que revelan las dificultades de una situación compleja y preocupante.
Politólogo francés y especialista en temas internacionales.