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Donald Trump, América Latina y Europa

Más que nunca, 2025 se está perfilando como un año estratégico para la configuración política tanto como comercial y cultural, de continentes como América Latina y Europa

Por Pascal Drouhaud
Politólogo, presidente LATFRAN

Desde la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales del 4 de noviembre de 2024, no faltaron las interrogantes, expectativas tanto como esperanzas y ajustes en el mundo y en particular en América Latina y Europa. Las declaraciones sobre el Canal de Panamá y el aumento de las tarifas aduaneras que podrían afectar a países como México, primer socio comercial de los Estados Unidos, la calidad de relación con los Presidentes Javier Milei y Nayib Bukele, encuentro inédito con el ucraniano Volodymyr Zelensky en Paris en medio de mensajes sobre el conflicto ruso-ucraniano aumentando interrogantes sobre los vínculos con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), algunos elementos que reforzaron la presión sobre dos continentes particulares para los Estados Unidos: América Latina y Europa. 

Aparecen en el primer plano de una pantalla que en realidad permite medir el nivel de tensiones que podrían surgir a partir del próximo 20 de enero de 2025 entre los Estados Unidos y China. En otras palabras, ¿el nuevo bipolarismo internacional podría ocultar continentes como América Latina y Europa, viviendo situaciones diferentes por cierto, pero similares en términos geopolíticos? Nada está certero, pero parece existir un riesgo de borradura, sirviendo a intereses que no juegan a favor de los Estados Unidos.  

A través de sus declaraciones, el Presidente electo estadounidense se inscribe en la continuidad del programa "MAGA" sobre el cual ha sido elegido: promover y defender los intereses estadounidenses. A través de sus declaraciones sobre los temas centrales de su campaña, a saber el control migratorio, la defensa de la producción industrial, de los servicios e innovación, tanto como bajo la visión en materia de defensa que sea geográfica, tecnológica o espacial, Donald Trump plantea una visión global de las relaciones internacionales. 

El 2025 luce como un año relámpago, durante el cual la construcción del "sur global", es decir, la alianza de países que proponen un "orden alternativo" económico y político al sistema que nació de la Segunda Guerra Mundial, se enfrentará a los Estados Unidos, parece haber llegado. Para Washington, el peligro chino surge vía la dimensión comercial y económica. ¿Esta realidad permite a Beijing hacer aparecer como secundaria una consolidación en materia de defensa en el Pacífico, Taiwán sigue siendo un tema esencial, mañana quizás en África o en América Latina? Sin duda, se está jugando la forma del sistema internacional del siglo XXI. 

 Asistimos a un endurecimiento de una bipolaridad entre Washington y Beijing, mandando al segundo plano continentes como Europa que atraviese turbulencias por la guerra ruso-ucraniana y temas migratorios teniendo consecuencias sobre el terreno político interno. En América Latina, la ecuación es sencilla: ¿podría el continente contando con la región del Caribe, 33 países, quedar en medio de un conflicto comercial entre China y los Estados Unidos? La apertura del más grande puerto marítimo chino en el continente, especialmente en la ciudad de Chancay en Perú, después de $4 mil millones en inversiones, abriendo un espacio comercial marítimo fuerte entre Asia y espacio pacifico latino-americano, con una fuerza de atracción para los países del Atlántico, como Brasil, Argentina puede cambiar la cara de América Latina. Después de haber invertido en infraestructuras en materia de energía y transportes, en servicios tanto como haber mostrado un interés particular para el litigio entre Bolivia, Argentina o Chile, China se ha vuelto en el segundo actor económico con los Estados Unidos. 

Trump no se equivoca en su análisis: poniendo el dedo sobre temas simbólicos al nivel mundial y sensibles como el Canal de Panamá, sabe que pone en relieve la presencia del socio-adversario chino que se está convirtiendo en el interlocutor obligatorio de un bipolarismo aún más complejo que el que el mundo vivió durante la Guerra Fría (1947-1991). El primer barco en haber cruzado el canal de Panamá ampliado en junio de 2016, es un portacontenadores de la compañía china Cosco. El puerto de Chancay durante la cumbre de la Cooperación económica Asia-pacifico en noviembre de 2024, el activismo en los BRICS + (contando con Brasil, Rusia, India, China, África del sur, y desde enero pasado, Etiopía, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos), reforzó la determinación del Presidente electo en tomar la iniciativa frente a una situación que se le puede escapar. 

Denuncia del uso del dólar como principal moneda comercial mundial, voluntad de establecer un sistema de defensa y gobernabilidad alternativo, tantos pilares antinómicos con la visión de Donald Trump. Sabe que debe enfrentar una realidad interna que enlaza con los golpes internacionales: el wokismo. Es decir, la voluntad de denuncia una forma de "determinismo social" aplicado a los países. La reproducción de esquemas de dominación llamado "neocolonialismo", de reproducción de poder llevan sus defensores todos los factores socioeconomicos que ilustrarían esta situación. Donald Trump lo enlaza a las críticas que aparecen contra los Estados Unidos y el sistema de gobernabilidad establecido desde 1945, tanto al nivel diplomático con la ONU como económico, a través de las instituciones de Bretton Woods desde 1944 (FMI; Banco mundial). 

En Europa, las interrogantes también son reales: miembros de la OTAN, los países de la Unión Europea (creada en 1957) logrando constituir el primer mercado mundial estas últimas décadas, deben a la vez revisar prioridades internas a favor de un reequilibrio con medios de defensa e independencia energética, enfrentar tensiones nacidas de las temáticas migratorias y de integración cuando muchos europeos consideran perder su identidad. Dando la impresión de poder establecer un acuerdo entre Moscú y Kiev sin asociar a los europeos, podría el Presidente electo crear divisiones y fracturas en Europa, consolidando un Moscú que se ha vuelto un aliado estratégico de una China ofensiva. Relocalizar a marchas forzadas en los Estados Unidos podría favorecer los enlaces económicos con China en una América Latina que al lugar de ser "sandwich", podría volverse un continente refugio para inversiones provenientes de Asia tanto como de Europa. 

Más que nunca, 2025 se está perfilando como un año estratégico para la configuración política tanto como comercial y cultural, de continentes como América Latina y Europa, cuyo papel puede ser puesto en tela de juicio con la emergencia de una bipolaridad inédita sino-estadounidense. 

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