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Primer Semestre de 2024: ¿Hacia un Nuevo Ciclo Político en América Latina?

El primer semestre de 2024 ha dejado claras señales de una reconfiguración político-electoral en América Latina. La emergencia de nuevas fuerzas políticas, el castigo a los partidos tradicionales y la preferencia por líderes de centro-derecha en varios países indican un cambio en las prioridades y expectativas de los votantes.

Por Daniel Zovatto

América Latina ha iniciado el 2024 sumida en un entorno VICA, caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad. Dentro de este desafiante escenario, la región vive un intenso rally electoral que marca el punto culminante del superciclo electoral 2021-2024, con seis elecciones presidenciales y varias subnacionales cuyos resultados traerán una reconfiguración del mapa político-electoral regional. 

Durante los primeros tres años de este ciclo se llevaron a cabo 11 elecciones presidenciales: Ecuador, Perú, Chile, Honduras, Costa Rica, Colombia, Brasil, Paraguay, Guatemala, Ecuador (nuevamente por la salida adelantada del ex presidente Guillermo Lasso) y Argentina, además de una farsa electoral en Nicaragua en 2021.

En estos procesos electorales se han identificado varias tendencias clave: el voto de castigo a los oficialismos, altos niveles de polarización, la necesidad de segundas vueltas para definir la presidencia, la reversión de resultados entre primera y segunda vuelta, gobiernos fragmentados sin mayoría parlamentaria propia, coaliciones inestables y el surgimiento de candidatos populistas con rasgos autoritarios.

Un semestre intenso electoralmente

El primer semestre de 2024 ha sido testigo de elecciones presidenciales en El Salvador, Panamá, República Dominicana y México. Para el segundo semestre están programadas las elecciones presidenciales venezolanas del 28 de julio (marcadas por la tensión, la represión y la incertidumbre) y las generales uruguayas (de fines de octubre), así como elecciones locales en Chile (importantes de cara a las generales de 2025) y municipales en Brasil, que servirán como un plebiscito sobre los primeros dos años de la presidencia de Lula.

Cambio de Tendencia: De alternancia a continuidad y con amplias mayorías 

En tres de las cuatro elecciones presidenciales de este primer semestre se observó un cambio de tendencia: del castigo a los oficialismos y la alternancia a la continuidad; resultados que marchan a contracorriente de la tendencia a nivel global predominantemente anti-incumbente. En El Salvador, Nayib Bukele, logró una reelección por amplio margen pero inconstitucional; en República Dominicana, Luis Abinader también fue reelegido; y en México, la alta popularidad de AMLO aseguró la continuidad del partido MORENA y la elección de Claudia Sheinbaum como presidenta. Solo en Panamá tuvo lugar el voto de castigo(una constante desde las elecciones de 1994), con la victoria de José Raúl Mulino, candidato del partido Realizando Metas del ex presidente Ricardo Martinelli, actualmente condenado a 128 meses de prisión por lavado y asilado de momento en la embajada de Nicaragua en Panamá para evitar ir a la cárcel.

Los presidentes reelectos o electos en El Salvador, República Dominicana y México no solo ganaron con amplios márgenes (todos por encima del 50%), sino que también aseguraron mayorías significativas en sus respectivos congresos. Este amplio y cómodo respaldo legislativo les permite a los tres mandatarios consolidar su poder legislativo y avanzar con sus agendas de reformas. Panamá, nuevamente es la excepción a esta regla.

Por su parte, el fenómeno de la reelección ha mostrado resultados mixtos en la región. Presidentes como Bukele y Abinader lograron reelecciones consecutivas exitosas, contrastando con el fracaso de la reelección alterna de ex presidentes como Martín Torrijos en Panamá y Leonel Fernández en República Dominicana. Ambos mandatarios fueron reelectos en primera vuelta, rompiendo asimismo la tendencia prevaleciente entre 2021-2023 que exigía ir al balotaje para definir la presidencia.

Castigo a los partidos tradicionales y apoyo a los nuevos 

Los partidos tradicionales han sido los grandes perdedores en estos primeros seis meses, castigo que se interpreta como un profundo descontento con las viejas estructuras políticas, unido a un rechazo a las políticas ineficaces, la mala calidad de los servicios públicos, corrupción y la falta de conexión con los electores. 

Los votantes buscan alternativas nuevas que prometan cambios reales y respuestas concretas a sus problemas. En los cuatro países mencionados, los principales partidos que lideraron los gobiernos durante las últimas décadas sufrieron fuertes palizas electorales: Arena y FMLN en El Salvador; PRD, CD, Panameñista y MOLIRENA en Panamá; PLD, PRSC y PRD en República Dominicana y PRI, PAN y sobre todo PRD en México. 

Los claros ganadores de estas cuatro elecciones han sido partidos que no tienen, como mucho, más de dos décadas de existencia: PRM en República Dominicana (desprendimiento del PRD), Morena en México, Realizando Metas en Panamá y el más reciente de todos, Nuevas Ideas en El Salvador. Los tres últimos hechos a la medida de sus líderes y puestos al servicio de estos: AMLO, Ricardo Martinelli y Nayib Bukele, respectivamente. 

¿Hacia un nuevo ciclo político-electoral?

El primer semestre de 2024 ha dejado claras señales de una reconfiguración político-electoral en América Latina. La emergencia de nuevas fuerzas políticas, el castigo a los partidos tradicionales y la preferencia por líderes de centro-derecha en varios países indican un cambio en las prioridades y expectativas de los votantes.

Durante los primeros dos años del superciclo electoral, la tendencia prevaleciente era el voto de castigo a los oficialismos con una preferencia hacia los gobiernos de centro-izquierda. Sin embargo, desde 2023 y especialmente en el primer semestre de 2024, esta tendencia ha cambiado notablemente.

En efecto, en tres de las cuatro elecciones del año pasado ganaron presidentes de centro-derecha: Santiago Peña en Paraguay; Daniel Noboa en Ecuador; y Javier Milei en Argentina. Lo mismo ocurrió en tres de las cuatro elecciones presidenciales de este primer semestre: El Salvador, Panamá y República Dominicana. 

Los resultados de estas últimas elecciones no solo redefinen el mapa político actual, sino que también plantean desafíos y oportunidades para el futuro. Con un electorado que busca nuevas alternativas y líderes capaces de responder a sus demandas, el panorama político está altamente fragmentado y polarizado. Los nuevos líderes deberán demostrar que pueden cumplir con las altas expectativas de sus electores, manteniendo la estabilidad y la gobernabilidad y promoviendo el desarrollo económico inclusivo en un contexto regional desafiante, volátil e incierto.

Si nuestras proyecciones se cumplen, el superciclo electoral latinoamericano que finaliza este año dejará un mapa político regional más heterogéneo y balanceado en términos ideológicos, sin olas rosas ni azules predominantes. La política en América Latina está en plena metamorfosis, y sus próximos capítulos serán cruciales para definir su rumbo.

Global Fellow. Wilson Center. @zovatto55

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Elecciones Presidenciales Latinoamérica Opinión

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