De repente vienen a decir que “los estadounidenses tendrán que elegir entre un populista de derecha y una de izquierda.” Así lo sostiene Jan Vásquez en su columna “La populista Kamala Harris”, publicada en El Diario de Hoy. El autor es investigador del Cato Institute, un reconocido think tank libertario. Menciono esto, porque en parte explica esta afirmación atrevida de que “el próximo presidente de Estados Unidosserá un populista.”
¿Cómo explica Jan Vásquez esta tesis? La sustenta con otra afirmación, igualmente atrevida: “Harris siempre se ha ubicado a la izquierda deJoe Biden, quien, a su vez, ha gobernado mucho más a la izquierda que Barack Obama.” Agrega que “Harris aclaró a un país polarizado que no moderaría su postura. En cambio, presentó una visión que garantiza que los estadounidenses tendrán que elegir entre un populista de derecha y una de izquierda.”
Harris es de izquierda, ergo es populista. Esta es la tesis. Es falsa. Es cierto, existe un populismo de izquierda, por ejemplo, el de PODEMOS en España. Pero este movimiento no es populista porque tiene posiciones de izquierda. Es populista porque moviliza contra el sistema político de la democracia liberal. Es populista porque moviliza contra un sistema, que busca producir concertaciones en vez de polarizaciones.
Es muy difícil posicionar a Kamala Harris en este tipo de izquierda. Los ejemplos que pone Vásquez para sustentar su tesis de “Kamala la populista” son propuestas como subsidiar la compra de vivienda y medidas contra abusos en los precios de alimentos y el alquiler de casas. Estas propuestas son discutibles y se entiende que desde el punto de vista libertario del Instituto Cato parecen equivocadas. Pueden clasificarse de izquierda, pero de izquierda de corte socialdemócrata, no de corte populista. Las medidas que propone medidas de ninguna manera alteran el sistema económico y político de Estados Unidos.
El problema es que Estados Unidos nunca ha realmente procesado autocríticamente, y por tanto nunca ha superado los dogmas de McCarthy que durante los años de la guerra fría declaró enemigos del Estado a cualquier tipo de izquierda, sin diferenciar entre comunistas y socialdemócratas. Ni siquiera la izquierda ha superado este trauma, y por esto nunca se proclama como izquierda sino se esconde detrás de la etiqueta liberal, creando así una gran confusión ideológica en Estados Unidos.
El viejo dogma “izquierda igual a comunismo” resurge hoy nueva forma: “izquierda igual a populismo”. Hay que ser ciego para ver el mundo así. Una de las fuerzas que más se antepone al populismo es la socialdemocracia. Una fuerte socialdemocracia hace estable y resistente el concierto de partidos democráticos, porque incluye al sistema los sectores desatendidos, que de otra manera abrazan liderazgos populistas. Pero Jan Vásquez compara las tímidas propuestas de regulación de Harris, que podrían considerase de izquierda socialdemócrata, con las políticas populistas de los peronistas y los chavistas, que arruinaron Argentina y Venezuela.
Entonces, si fuera verdad que Kamala Harris en el fondo es una socialdemócrata (lo que yo pongo en duda a pesar de algunas propuestas que van en esta dirección), ¿cuál sería el problema y el peligro? Tendrá diferencias con los liberales de Cato. Pero son diferencias que pueden discutirse sin sobresaltos.
El peligro escondido en la frase que “los estadounidenses tendrán que elegir entre un populista de derecha y una de izquierda” es que distorsiona el carácter de la batalla por la presidencia 2025-2029. Lo que presenciamos en Estados Unidos es la batalla entre populismo y racionalidad, entre autoritarismo y democracia. Hay un plan claramente definido en el Proyecto 2025 de la Fundación Heritage y la campaña de Trump de desarmar el pluralismo y el balance entre poder y contrapoderes. Y hay el intento de Kamala Harris de defender, irónicamente contra los Republicanos, el carácter republicano de la sociedad estadounidense.
Pintar una batalla entre dos populismos, uno de derecha y otro de izquierda, es una falacia con malas intenciones. Dejaría a cada ciudadano la ilusión de tener que decidor entre dos males. Los estadounidenses tienen que escoger entre una propuesta, la de Harris, que está enmarcada dentro del sistema político de la democracia liberal, y el de Trump, que declaradamente quiere desarmar este sistema.
Más allá de sus inclinaciones hacia recetas socialdemócratas (que pueden o no tener validez), Harris está tratando de crear una concertación, que abarca todo el centro de la sociedad, para fortalecer el sistema político de Estados Unidos, y hacerlo inmune a tentaciones populistas, autoritarias, racistas y divisionistas. Si Harris está haciendo lo correcto para lograr esta concertación, tiene que ser sujeto a discusión crítica. Pero descalificar la propuesta de Harris como populista, igual que el proyecto autoritario de Trump, sólo porque tiene componentes de izquierda, es una falacia.
No traten de revivir a McCarthy. Ya Trump lo está haciendo.
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