Pronóstico reservado significa que no se puede predecir la evolución futura favorable de una situación porque los datos no son suficientes o porque hay riesgo de que surjan complicaciones. Pero ¿para quién o para qué es este pronóstico…?
En las elecciones de febrero de 2019, con 2,733,178 de votantes, Bukele obtuvo 1,434,856 votos (53.10%); Calleja 857,084 votos (31.72%); Martínez 389,289 votos (14,41%); Alvarado 20,673 votos (0.77%); votos nulos y en blanco 31,186 (11.5%). Según la encuesta del Centro de Estudios Ciudadanos de enero de 2019: 40.7% votaría por Bukele-Ulloa (12.4%-); 22.9% votaría por Calleja-Lazo (8.82%+); 9.95% votaría por Martínez-Sosa (4.46%+); 1.5% por Alvarado-Rivera (0.8%-); 21% no había decido por quién votar o votaría nulo (9.5%-). Calculamos, corregimos y ahora vamos con el futuro…
Considerando el sondeo de junio de 2023, sobre el hipotético mismo número de votantes y a partir de una oposición FRAGMENTADA más los ajustes prospectivos, y sobre la base de ningún cambio en el contexto político, los resultados serían los siguientes: la fórmula de Nuevas Ideas Bukele-Ulloa obtendría 1,890,000 = 70.3% (incluyendo votos de GANA, PDC, PCN, Fuerza Solidaria, CD); la fórmula de ARENA Sánchez-Bonilla 621,000=3.3%; la fórmula del FMLN Flores-Marroquín 324,000= 1.2%; la fórmula de Nuestro Tiempo Paredes-Medrano 432,000 votos= 1.6% (incluyendo votos de VAMOS). El error de ajuste calculado es de 2.26%, equivalente a 70,200 votos. Si nada cambia, de aquí a las elecciones de 2024, con una hipotética oposición unida, la situación quedaría 70% Bukele, oposición entre 15.6% a 30%. No más…
Entre paréntesis, el descontento con la mala gestión municipal se resolvió con la reorganización de Municipios, y en la Asamblea Legislativa no se pronostican mayores cambios en lo que respecta a sostener la mayoría calificada; al quitar a los Diputados menos aceptados o irrelevantes se resolvieron las cosas. Veremos que nos dicen las encuestas de fin de año. Pero aquí si puede haber cambios sensibles. Pero no olvidemos: todo parte y regresa, desde y hacia, la figura de Bukele, no es el partido ni la gestión de los diputados o alcaldes, por eso se decidió ubicar la foto en la papeleta; no hay casualidades sino hechos.
Las campañas políticas, con sus herramientas, promesas, discursos, debates y acciones territoriales buscan cambiar, modificar o fortalecer las posiciones emocionales de los votantes. A veces lo logran, otras veces no. El entorno actual salvadoreño está altamente afectado por los logros en seguridad y por una implacable estrategia de comunicación; todo lo demás está en un segundo plano.
El caso del partido político Semilla en Guatemala es un buen ejemplo de “sorpresa” política a través de una reacción “urbana” no estructurada; ninguna encuesta lo posicionaba como un competidor efectivo y de repente emergió. Pero el gran ganador de Guatemala fue el voto nulo, y no la UNE ni Semilla. Semilla fue una reacción de última hora de castigo y repulsión no organizada; algo así como azar y probabilidad.
Pero no hay que hacer cuentas alegres…; El Salvador está más cerca de la Filipinas de Duterte y Marcos que de Guatemala. La maquinaria comunicacional y propagandística que se desplegará en estas elecciones será desequilibrada y difícilmente la oposición podrá responder en base a un trabajo testimonial con limitado presupuesto.
La campaña política electoral tendrá dos grandes escenarios: 70% en las redes sociales; 30% a nivel territorial; Youtube, TikTok y Twitter serán los campos de batalla virtuales. Mientras que San Salvador, Soyapango, Apopa, San Miguel, La Libertad y Santa Ana serán los territorios en conquista.
Difícilmente habrá un debate entre los cuatro candidatos para demostrar y defender sus propuestas e ideas; la tradición anti-democrática del marketing político recomienda a los que van delante en las encuestas no arriesgar posiciones ni participar en un debate; en realidad no importa la democracia sino la posición estadística en las encuestas; y si lo hubiera no estoy seguro que algo pueda cambiar, el “fenómeno de culto” está instalado en el imaginario de un 51% a 65% de los ciudadanos.
Pero estas elecciones tienen un ingrediente más “antagonizador”: la reelección. Este fenómeno será el eje de la campaña, y pese a su ilegitimidad la mayoría de fórmulas opositoras se dedicarán a criticar habiendo aceptado participar en condiciones políticas irregulares y desequilibradas.
Para algunos sectores, no se debió participar en esta contienda electoral para evidenciar la inconformidad y exponer el autoritarismo rampante; para otros, es importante participar en función de visibilizar el lugar de la oposición y ofrecer una alternativa a los ciudadanos inconformes.
A éstas alturas políticas y electorales, con las elecciones internas consumadas, la reelección es un hecho, y se viene una época de incertidumbre, revisión de la legitimidad y a esperar las reacciones de la comunidad internacional. El horizonte es incierto.
Otros fenómenos que alterarán el paisaje político – electoral es la reorganización de los Municipios y Asamblea Legislativa y el voto electrónico de los salvadoreños en el exterior; más allá de la metodología D'Hondt y de la nueva territorialidad municipal y distrital, todo indica que estos cambios favorecerán al partido oficialista, lo que generará mayor control político y a la vez mayor presión social para el futuro.
Luego del nuevo despertar político entre febrero y junio de 2024, vendrá el nuevo escenario económico; los datos de diversos informes nacionales e internacionales señalan que vamos rumbo a una situación difícil pautada por inversión extranjera directa negativa, crecimiento económico estático, desequilibrio en la balanza comercial y algunas desaceleraciones puntuales. Esto, frente a un modelo de gobierno que gasta compulsivamente, que está peleado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que casi ha agotado sus fuentes de financiamiento externas y que basa sus esperanzas en el Bitcoin y en las Remesas.
El pronóstico es reservado, así como las cuentas públicas del Estado… Hay algunas certezas electorales pero también incertidumbre política y económica. Finalmente, recordemos que los aliados del gobierno no están ahí por convicción sino por miedo, y el miedo es mal consejero y traidor. Las cartas siguen echadas sobre la mesa…
Investigador Educativo/opicardo@asu.edu