"En las elecciones el pueblo tiene la ilusión de ejercer el poder, pero no es así, claro, no hay voluntad general, ésa es una idea metafísica.” (Gustavo Bueno) “El pueblo es soberano sólo en elecciones” (Castelao)
Chapandongo, según la RAE: En el Salvador, desorden, confusión, desbarajuste, disloque, desparpajo, desbole, botadero, despapaye, desquicio, majamama, majarete, pasticho, reguero…
Los procesos electorales son sumamente complejos, sobre todo en materia logística, capacitación, tecnologías, etcétera; la “integridad” de un proceso electoral implica que los errores sean la excepción y no la norma. Lo que sucedió el 4 de febrero en las elecciones presidenciales y para la Asamblea Legislativa fue al revés, el error fue la norma y lo correcto la excepción, un verdadero “chapandongo”.
Parafraseando a Reyes Rodríguez Mondragón: La integridad electoral es un conjunto de principios éticos sobre la confianza pública en el centro del proceso electoral, y analiza si los distintos actores involucrados se comportan de forma honesta, conforme a los valores y las normas que sustentan las elecciones democráticas. Este concepto busca medir la calidad de la democracia en un país a partir de una visión integral de todos los ámbitos del ciclo electoral, considerando: 1.- Normativa electoral; 2.- Procedimiento electoral; 3.- Fronteras distritales; 4.- Registro de votantes; 5.- Registro de candidaturas; 6.- Campañas y su financiamiento; 7.- Jornada electoral; 8.- Conteo de la votación; 9.- resultados electorales; y 10.- autoridades electorales.
Desde 1994 a 2021 las elecciones fueron regulares e íntegras, salvo algunos problemas muy puntuales, en ningún momento se llamó masivamente elecciones fraudulentas, se solicitó repetir el proceso o se pidió la renuncia de los magistrados; en el peor de los casos se tuvo que abrir algunas urnas para dirimir determinados conflictos de actas o impugnaciones o el caso del “Script” en 2018; excepciones…
Hoy falló todo, la capacitación, los sistemas informáticos, los materiales, la logística, el internet, etcétera; a tal punto que los resultados fueron anunciados por el candidato ganador sobre la base de una encuesta de boca de urna (por cierto ilegal según el artículo 176 del Código electoral) y la información que provino de las Juntas Receptora de Votos (JRV) probablemente con actas mal elaboradas, de ahí el cálculo de 58 diputados.
Lo de CidGallup fue una infracción a la ley aunque “tengan permiso”, aquí les dejo la referencia: Art. 176.- Quince días antes de la fecha de las elecciones y hasta que se declaren firmes los resultados de la misma, no se permitirá a los partidos políticos o coaliciones, personas naturales o jurídicas, asociaciones u organizaciones de cualquier naturaleza, publicar o difundir a través de cualquier medio de comunicación social resultados de encuestas o proyecciones sobre candidatos, partidos políticos o coaliciones contendientes, que indiquen la tendencia sobre posibles resultados de la elección de que se trate. El incumplimiento a lo anterior será sancionado de acuerdo a lo establecido en el artículo 245 de este Código.
El “ganamos la presidencia con un 80% y logramos 58 de 60 diputados o más” no fue un dato oficial sino un anuncio irregular del candidato en teoría ganador, pero es la mejor versión que circuló en redes sociales y la que utilizaron varios gobiernos, organismos internacionales y medios de prensa, para felicitar al presidente. A tres días del evento electoral no hay datos oficiales, sino proyecciones un tanto maltrechas y dudosas.
El hecho que las encuestas proyectaran ese dato al filo del 16 de enero o que recolectaran actas bastante mal elaboradas con datos que duplicaban el número de electores por JRV (700 era la cifra posible mayor y había actas con más de 1,200 ), no implica que todo sucedería conforme a los pronósticos y a las ansiedades políticas.
Creo que retrocedimos a finales de siglo XX, pese a la transformación digital que vivimos; nadie le hizo caso a los pocos y pertinentes informes de observación electoral; hubo buenos planteamientos y tímidas conclusiones, y al final todo salió muy mal.
El 4 de febrero quedará en el calendario político electoral como un día caótico para olvidar; esto no cambiará los resultados presidenciales, aunque puede haber algunas variantes en las Legislativas, pese a que se tengan que contar los votos a mano, hoja por hoja, con actas típicas de los años 60 y 70, ya sabemos más o menos cuáles son los resultados, pero lo importante es la integridad. Si hubiese un poco de dignidad ya alguien del TSE hubiese renunciado, pero eso no sucederá todo está cooptado por la ineficiencia, el miedo y la politiquería.
Las Juntas Receptoras de Votos (JRV) vivieron momentos dramáticos, sin herramientas, sin recursos, conocimiento ni acompañamiento técnico del TSE; terminaron su trabajo en altas horas de la madrugada; ¿querrán ir de nuevo al evento electoral de marzo?, lo dudo.
“Antes no había democracia…” pero funcionaba bien el sistema electoral; ahora resulta que hay democracia, pero en base a intuiciones, percepciones, creencias, encuestas y quizá trampas. Cosas de la vida y de la posverdad.
Un adagio anónimo de desprestigio electoral dice: “Ya tenemos los resultados, solo faltan las elecciones”. El 4 de febrero fue un Déjà vu de este aforismo; no sólo hay que hacer las cosas bien, sino que además deben parecer bien. Aunque hayas ganado tu ego y triunfalismo debe esperar un poco al reconocimiento del otro.
Finalmente, la abstención sigue siendo alta, votan la mitad de los que deben votar, excepto en la diáspora, en donde todo ha cambiado, aunque no viven en el país. George Jean Nathan escribió alguna vez: “Los malos gobernantes son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan”.
Una de las personas que más saben del quehacer electoral es Eugenio Chicas, ex magistrado y presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE); durante su gestión fue todo impecable, una hora después del cierre electoral había gráficas de resultados e imágenes digitales de las actas. Quizá deberían llamarlo para que les asesore y puedan componer el entuerto, producto de la incapacidad y del miedo. Es del FMLN pero es muy serio y profesional…
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Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu