Cada persona que protesta por el descarado fraude chavista en las calles de Venezuela representa su voto y el de algún familiar o amigo que no pudo concurrir, por lo que preguntar sobre la legitimidad del supuesto triunfo del dictador Maduro equivale a ignorar la realidad que se tiene frente a los ojos.
Esos resultados los contabilizó voto por voto la oposición, que los ha hecho llegar a Estados Unidos, que ya reconoció a Edmundo González Urrutia como vencedor por un amplio margen.
El eje del mal internacional, como era de esperarse, se puso del lado del chofer y su pandilla, al extremo que el oportunista López Obrador dijo que "no había pruebas" de que la elección hubiera sido amañada, postura que tomaron miembros del partido comunista criollo que viajaron a Caracas a acompañar la campaña de Maduro y llegaron al extremo de felicitarlo "por su triunfo", como hace un corto tiempo también congratularon a Ortega por similar causa.
Las masas de venezolanos que llenan las calles y que han venido derribando estatuas de Chávez lo hacen pese a la amenaza de un denunciado capo de la droga de que los van "a joder", que se hará realidad lo del "baño de sangre" del que Maduro ha venido hablando.
Las dictaduras casi por regla general adoptan medidas populistas, o abiertamente de izquierda para consolidarse, lo que a su vez invariablemente termina en carestías de todo, deterioro monetario y pobreza generalizada, tanto en Venezuela como en Nicaragua y nuestro país.
Cacerolas comienzan a sonar en Venezuela, una forma de continuar las protestas sin exponerse a que los matones del régimen les disparen...
Lo que sucedió en Chile al final del desgobierno de Allende, que en las semanas previas recibió a Fidel Castro que fue de ciudad en ciudad predicando el comunismo, que de inmediato y al endurecer Allende las medidas económicas, causaron hambre y carestías generalizadas, lo que a su vez motivó la llamada "revolución de las cacerolas", cuando noche a noche en todo el territorio la gente salía a la calle para hacer sonar sus cacerolas, hasta que Pinochet dio el golpe militar y Allende se suicidó con una metralleta que le regaló Castro.
Cabe anotar que Pinochet continuó con medidas populistas con malos resultados, hasta que los llamados "Chicago Boys", discípulos del economista y Premio Nobel Milton Friedman, tomaron control, transformando a Chile en el único país hispanoamericano que puede considerarse del Primer Mundo, como fue Argentina hasta que Perón la arruinó.
Como Gadafi y Ceaucescu, la vida de los dictadores no termina bien
Maduro ya fue ratificado como "presidente reelecto" por el Consejo Electoral, al mismo tiempo que sus lacayos disparan contra las multitudes de manifestantes que han salido a protestar. La oposición cuenta ya más de 17 muertos y más de 2,000 detenidos.
Es seguro que Maduro y sus secuaces tienen todo listo para escapar, como por su cuenta deben de estar pensando las hijas de Chávez, cuya fortuna se calcula en varios centenares de millones de dólares.
Pero si prosigue la represión y las muertes, más difícil será para la pandilla encontrar dónde refugiarse que no sea en un calabozo o linchados, como sucedió a Muammar Gadafi.
Minuto a minuto los acontecimientos en Venezuela se desencadenan pero está claro que la dictadura llegó a su fin, posiblemente en baño de sangre chavista...