Actualmente se ha venido reflejando un combate frontal entre el gobierno actual y las pandillas, lo que sin duda genera un entorno social complicado ante el riesgo que puede correr una persona en ese fuego cruzado que actualmente se está dando entre ambos bandos. Si bien es cierto, el tema de rigidez en la erradicación de hechos ilícitos que se cometen por las estructuras enormes que poseen las pandillas pueden mermar la situación, existen temas de fondo que deben ser considerados para implementar políticas públicas a largo plazo que intercepten el meollo del problema desde la raíz, siendo por ejemplo la mejora en el ámbito educativo.
Es importante recordar que el fenómeno de las pandillas viene desde un par de décadas atrás y que ha sido un rezago que nos dejó el conflicto armado de los Ochenta. Centenares de jóvenes que se fueron en busca de un futuro prometedor y que lastimosamente cayeron en las garras de grupos criminales que les formaron y adiestraron para cometer hechos ilícitos y atentar inclusive con la vida humana. Sin embargo, la educación debe ser un eje a fortalecerse desde la familia como núcleo central en los inicios del desarrollo de la persona, hasta las diversas etapas de la infancia, educación básica, media y superior.
Ahora bien, para lograrlo se requiere de la conciencia y voluntad de todos/as quienes participamos de una forma u otra en este proceso que puede llegar a ser de largo plazo, pero cuyos resultados serían de gran beneficio para la sociedad y el desarrollo sostenible en nuestro entorno. Personas conscientes, analíticas y congruentes en sus opiniones y actuaciones, son el modelo de ser humano que la sociedad salvadoreña urge tener para empezar gradualmente a erradicar problemas de gran envergadura como es la violencia.
Está más que claro que la violencia lastima a las sociedades, fragmentando lazos culturales e incluso familiares, por lo que se vuelve de suma importancia darle el interés necesario para evitar tales fracturas con efectos negativos tanto a corto como a largo plazo. Por consiguiente, campañas que fomenten la erradicación de la violencia, apoyo psicológico en los entornos familiares, mejora y atención en la parte curricular educativa que integra las diversas fases de formación académica, son algunas alternativas que acompañan a la principal: la voluntad propia de cada uno de nosotros en querer actuar para ser sujetos de cambio.
La tarea no es fácil, pero tampoco imposible. Situaciones como la violencia en nuestro entorno requieren un arduo trabajo que si bien es cierto puede llevar un tiempo ver los resultados, si no se da el primer paso, será difícil cada vez más poder erradicar gradualmente el problema. Está en nuestras manos poder hacer el cambio; de lo contrario, no veremos la luz al final del túnel y el fenómeno de la violencia se incrementará más y más, arrastrando incluso a las nuevas generaciones y fracturando significativamente la sociedad tan compleja en la que vivimos. “La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve” Martin Luther King.
Abogado, Master en Tributación Internacional y Asesoría Jurídica de Empresas, Decano de la Universidad Nueva San Salvador