Según las estadísticas, hasta el año pasado, 263,273 jóvenes de entre 10 y 18 años no estudiaban y, sea cual sea, la causa no es buena. La educación nos permite ser mucho más abiertos a entender lo más abstracto de nuestro mundo y, en El Salvador, ciertamente no le estamos dando la relevancia que merece.
Hay que seguir indagando en estadísticas. Un estudio del Ministerio de Educación indica las causas por las cuales los estudiantes o sus padres deciden que sus hijos ya no estudien. En el 2020, 9.8 % de los estudiantes se retiraron por su situación económica y un 5.9 % porque tenían que trabajar. Al interpretar estos datos, sabemos que la situación económica de las familias salvadoreñas no es fácil, tanto que obliga a muchos jóvenes a trabajar para aportar a la economía del hogar. Tiene lógica: la prioridad de en estos casos es sobrevivir, y los resultados de la educación se ven en el largo plazo, de modo que no se puede esperar a que el joven se gradúe y ayude a su familia en poco tiempo.
También, debe mencionarse a las niñas. Según el mismo estudio, 0.4 % de los estudiantes se retiran de los centros escolares por embarazos. Son niñas y jóvenes que dejarán de estudiar y no se podrán graduar por su estado de embarazo, y posiblemente lo mismo les ocurrirá a los respectivos padres.
Por el conservadurismo de la sociedad salvadoreña, parece un poco atrevido pensar en implementar nuevos programas de educación sexual en los centros escolares públicos y privados, pero es necesario. Las más afectadas de esta falta de educación obviamente son las niñas, y ahora en que hay muchos más espacios abiertos que antes, debemos procurar que tengan la oportunidad de forjarse un mejor futuro.
Las consecuencias de no estudiar son crudas. A muchos jóvenes se les dificulta hallar siquiera trabajos con sueldos precarios, porque el mercado laboral actual es muy exigente. En “Escasez de oportunidades laborales para los jóvenes”, una investigación de Junior Achievement Américas, se analizan las principales razones por las cuales los jóvenes no pueden encontrar trabajo. Para comprobar lo complicado que es encontrar un empleo ahora, el 15 % de los jóvenes asegura que han sido rechazados por no saber inglés u otro idioma.
Esto indica, tanto a la población salvadoreña como a su gobierno, que es necesario trabajar en incentivos para que los jóvenes puedan estudiar y mejorar su ambiente escolar. En la actualidad, muchas escuelas están en situaciones precarias: techos cayéndose, goteras, baños casi inhumanos. Ello sin mencionar la situación de la educación superior nacional y los tratos que los estudiantes reciben con la intención de “crear carácter y rigurosidad”. Hay que hacer mucho más por nuestros jóvenes ahora, darles mucha más prioridad, porque eso es lo que crea una sociedad educada y preparada.
La situación económica del país, la falta de educación sexual, la delincuencia, etc., son problemáticas que determinan si un niño estudiará o no, con las consecuencias que esto acarrea. El gobierno y nosotros mismos debemos abrir más espacios y hacer que el camino a la educación sea menos estrecho. Estamos atacando la delincuencia, el ocio y el desempleo, sin enfocarnos en la raíz de todos esos problemas. La falta de educación es grave y propicia que los jóvenes se orienten en actividades no provechosas.
Estudiante de Ciencias Jurídicas, ESEN
Miembro del Club de Opinión Estudiantil (COPE)