El Doctor en Psiquiatría Pediátrica Foster W. Cline junto con el pedagogo Jim Fray fueron los co-fundadores de una institución denominada Instituto Amor y Lógica, con la finalidad de dar a conocer a los padres como educar a sus hijos, no solamente en el aspecto físico, si no tanto más importante en los aspectos emotivos y psicológicos. En 1990 escribe su libro “Ser padres con amor y lógica: Enseñando responsabilidad a los hijos”.
En el año 1960, el Dr. Foster Cline promueve el concepto de “Padres Helicópteros” para referirse a aquellos “padres que sobrevuelan a sus hijos en todo momento, tal como si fueran helicópteros”. Si este término se hubiera acuñado en el siglo XXI, probablemente les llamaríamos “Padres Drones”. Este término resultó de una clara semejanza con lo que sucedía en las persecuciones en los Estados Unidos, en donde desde el aire perseguían al fugitivo, no solamente uno si no dos o más helicópteros, hasta que finalmente era capturado. Más allá de esta figura metafórica que se aplica a los padres que tienden a invadir constantemente la privacidad de sus hijos y de tomar decisiones por ellos, se intento plantear un nombre más académico por lo que se les ha denominado “hiper-padres” o “hiper-paternidad”.
¿Pero, que hace de los padres, unos hiper-padres? La respuesta nunca es fácil ni tajante; sin embargo,hay algunas pistas que podrían ayudarnos a aceptar y finalmente definirnos como “padres drones”: Son padres que en lugar de quitar el exceso de libros que puede llevar la mochila o bolsón de su pequeño hijo, deciden cargarla ellos mismos. Con hijos más grandes, no hablan del deber de química de sus hijos en bachillerato, sino que “nos han dejado un deber de química muy difícil” (incluyéndose ellos en la realización de la tarea). Son padres que en lugar de dejar que el estudiante hable con sus profesores, se adelantan y tratan de resolver la situación directamente con el profesor o mejor aun con el director de la institución. No es raro, que cuando el “hijo crezca”, se intente hacer lo mismo con los Profesores o incluso el Rector de la Universidad.
Esto provoca en los hijos pequeños, una sensación de co-dependencia; cuando llegan a la adolescencia aparece la baja auto-estima e inseguridad, que los hace sentirse heridos cuando alguien los cuestiona o está en desacuerdo con ellos. Los adultos jóvenes se verán en la dificultad de escoger una carrera de acuerdo a las preferencias y decisiones de sus padres. Posteriormente, cuando se gradúan (si es que lo hacen), se dan cuenta que han malgastado el tiempo pues no son felices en la carrera que escogieron para satisfacer a sus padres, pero a estas alturas es muy poco lo que se puede hacer para resolver la caótica situación. Finalmente, cuando los padres fallecen, la sensación de vacío, inseguridad, incompetencia extrema, vulnerabilidad y ansiedad se manifiestan plenamente, por la ausencia física de sus progenitores.
Es importante mencionar que el problema de los Hiper-Padres no debe confundirse con la atención y cuidado que todo padre dedica a sus hijos. Se trata de una dedicación extrema, sobre-protección exagerada y control excesivo que ejercen sobre la vida de sus hijos, dejando a estos mal preparados para desarrollarse plenamente en un futuro cuando ellos ya no estén. La parte más ambigua de esta situación, es que los padres no perciben este estilo de educación como disfuncional. Por el contrario, lo prevalente es la mentalidad de los padres de triunfar y ser superiores a través de la proyección que ponen en sus hijos, aun a costa de la estabilidad psicológica y felicidad futura de los hijos, con vacíos emocionales, que impiden una vida plena.
Médico y Doctor en Teología