Es de suponer que muchas personas han oído hablar sobre la metáfora de la “Mano invisible» creada por el pensador y economista Adam Smith quien describió que los mercados en libertad poseen una movilidad de mecanismos de distribución, incentivos y competencia propios que actúan en pro del interés público. La alegoría aparece en su la teoría de los sentimientos morales (parte IV, cap. I, 1759), y se dio a conocer gracias a su obra “La riqueza de las naciones” (libro IV, cap. II,1776).
Recientemente Michael Crow, presidente de Arizona State University (ASU) y autor del libro “Designing the New American University”, en una conferencia junto a Reginald DesRoches, presidente de la Universidad Rice, hablaba sobre el futuro de la investigación universitaria de los EE. UU. y señalaba lo siguiente:
“Nuestros teléfonos son una parte importante de la vida moderna. Han revolucionado la comunicación global, desde las grandes ciudades hasta las aldeas rurales. Aunque a Steve Jobs, cofundador de Apple, se le atribuye a menudo el desarrollo del iPhone, también fue el resultado final de los avances realizados por miles de investigadores “invisibles” en universidades de todo el país. Los líderes corporativos como Jobs y Elon Musk han liderado increíbles avances tecnológicos, pero sin el trabajo duro de miles de académicos desconocidos, sus contribuciones no serían posibles. La academia es la “mano invisible” que guía las innovaciones que afectan a todas nuestras vidas todos los días”.
Obviamente el sistema de educación superior salvadoreño y sus científicos aún están lejos de participar en la agenda de la producción científica de alto nivel industrial, tecnológico y empresarial como “mano invisible” de los avances; no obstante, existen científicos e investigadores muy calificados que realizan aportes en silencio, generan patentes y publican en revistas prestigiosas. Pocos pero los hay.
El problema de fondo es ecosistémico y está relacionado al mercado laboral y a la industria nacional; en efecto, en nuestro medio tampoco tenemos empresas o industrias que estén participando en el diseño de las grandes soluciones tecnológicas, tal como sucede en los países desarrollados.
Existe una correlación lógica entre el tipo de empresas e industrias y la oferta académica universitaria y sus servicios científicos. Las empresas suelen ir un poco más adelante, pero si comparamos las taxonomías industriales de los países desarrollados con los que están en vía de desarrollo nos damos cuenta que el techo de la calidad empresarial e industrial esta vinculado a los rankings universitarios. No hay casualidades…
Asociado a lo anterior, perdemos muchos jóvenes talentosos que se van becados y no regresan o que se diluyen en el intento de crecer a nivel profesional y científico. Es más, son muy limitadas las oportunidades para gestionar las “altas capacidades” en nuestro medio, que bien pueden representar al menos un 5% de la población en la campana de Gauss del coeficiente intelectual más alto. ¿A dónde van o dónde terminan todos los niños (as) adolescentes que participan en los programas de jóvenes talento locales o que ganan medallas en las Olimpíadas de Matemática, Química, Física o Biología?
Nuestro sistema educativo por sus condiciones precarias y limitaciones estructurales “normaliza” el talento excepcional, es decir lo vuelve normal, porque no hay centros ni recursos especializados para atender las altas capacidades y sus necesidades cognitivas y emocionales.
Pero volviendo al tema de la nueva “mano invisible”, recientemente el CONACYT premió un concurso serio y objetivo -con un buen jurado- para reconocer el talento científico nacional (Premio Nacional a la Investigación Científica 2024); la participación fue significativa en las diversas categorías: Ingeniería y Tecnologías (UTEC, UCA, UES); Ciencias médicas y de la salud (UEES, UES, UNICAES, UCA); Ciencias sociales (FUSADES, UNICAES); Ciencias Naturales (UFG. UNICAES, UES); Ciencias agrícolas y veterinarias (UNAB); Humanidades y artes (UPES). Hoy por hoy este el mapa científico que tenemos… Solo 9 instituciones de 43 lograron reconocimientos ¿y el resto…?.
Nuestro aparato científico no se volverá relevante sin una buena coordinación de triple hélice -Gobierno-Empresa-Universidad-; necesitamos atraer y retener talento científico, equipar laboratorios, crear un banco de problemas empresariales e industriales e invertir en Investigación y Desarrollo (I+D).
Necesitamos también estimular y elevar el número de “patentes universitarias” -que hoy por hoy es casi cero-; y este debería ser un requisito esencial para obtener la acreditación. Bien se podría crear un fondo concursable entre gobierno, empresa y universidades para generar patentes vinculadas a las necesidades productivas y competitivas del país. En el pasado ya se intentó pero fue débil y poco relevante.
Un requisito fundamental, no negociable, es mejorar dos aspectos en educación básica: 1) La enseñanza de matemáticas; y 2) ajustar el modelo pedagógico con más laboratorio y prácticas para que los estudiantes “conozcan, comprendan y apliquen lo que saben”. Si esto no mejora y cambia poco y nada se puede hacer en el nivel superior.
Cambiar la matriz científica del país es una necesidad impostergable y es un proyecto de largo plazo; cuanto más nos tardemos, más seguiremos siendo consumidores y testigos mudos y estáticos del avance científico.
Las explicaciones intuitivas de los modelos exógenos de crecimiento nos llevarían a que estemos de acuerdo en una premisa fundamental: No vamos a mejorar el crecimiento económico del país si no están bien alineadas las variables de la Productividad Total de los Factores (PTF). Los milagros económicos sólo existen en las películas y libros de ficción. Un crecimiento económico sólido y sostenido se sustenta en la productividad y en la escolaridad del país y no hace falta ir a Singapur a ver recetas, Costa Rica está más cerca…
Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor. Nos disculpamos por las posibles e involuntarias erratas cometidas, sean estas relacionadas con lo educativo, lo científico o lo editorial.
Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu