Como toda organización humana, la Educación Superior cuenta con luces y sombras, problemas y desafíos, que representan una oportunidad para mejorar y para reflexionar sobre la base del aforismo: “Ninguna sociedad es superior a sus universidades”; en efecto, las instituciones de educación superior representan el techo de la escolaridad de una nación, y es en este espacio en donde se forman los profesionales, dirigentes o líderes que toman las decisiones más importantes. Hay excepciones…, pero justamente son excepciones.
A la luz de esta breve introducción vamos a plantear los principales problemas o desafíos de nuestro sistema, para que los actores protagónicos del nivel -principalmente los rectores (as) y autoridades académicas- puedan tomar nota, reflexionar e intentar diseñar soluciones. Parte de estas circunstancias provienen de las experiencias de evaluación y de diálogos con colegas que cohabitan en el sistema.
Primero hablemos de los estudiantes; de esa minoría que constituye menos del 30% de la matrícula del sistema educativo terciario. Hay al menos tres tipos de estudiantes: “Estudiantes a tiempo completo”, que sólo se dedican a estudiar y que son una minoría, aproximadamente el 10%-; “estudiantes que trabajan”, que comparten equitativamente su tiempo entre actividades laborales y académicas, probablemente el 30%; y “trabajadores que estudian”, quienes dedican un tiempo marginal a la vida universitaria, siendo prioritario su trabajo; quizá el 60%. Este fenómeno explica las razones de una oferta deficiente de fines de semana y las limitaciones para un aprendizaje efectivo. Por otro lado, un sector importante de los estudiantes llega con cierto nivel de inmadurez y/o con capacidades de ciencias muy limitadas; muchos huyen de las matemáticas y por esta razón los programas de mayor demanda son Derecho, Chef, Comunicaciones, Marketing, entre otros.
Seguimos con los docentes; muchos profesionales que ante el desempleo rampante a nivel profesional han encontrado en el nivel superior una puerta de escape para obtener ingresos complementarios. Muchos conocen su profesión, pero pocos tienen las habilidades pedagógicas y didácticas para enseñar. Recientemente la Dirección Nacional de Educación Superior ofreció un programa online para resolver estos vacíos. No debemos generalizar, de hecho, hay un grupo de docentes con experiencia y vocación, pero son una minoría. Dos problemas adicionales: 1) Pocos docentes a tiempo completo y muchos horas clase; y 2) Los honorarios son poco competitivos y es difícil atraer y retener buenos docentes. Según la encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2023, la media salarial de académicos e intelectuales es de US$ 770.50, y esto es un poema… Nota: Los colegios bilingües élites -Británica, Alemana, Francés y Americana- tienen una mejor planta docente con maestría que muchas universidades locales.
Laboratorios…; pocas instituciones del nivel superior cuentan con laboratorios que tengan cierta paridad con el equipamiento empresarial, industrial y productivo; los equipos científicos son muy caros y las finanzas universitarias dependen de cuotas muy bajas que no permiten seguir el ritmo de la evolución científica. A diferencia de otros países desarrollados, no tenemos una cultura filantrópica de donativos para equipar laboratorios avanzados. Repetimos la nota: Los colegios bilingües élites -Británica, Alemana, Francés y Americana- tienen mejores espacios experimentales que muchas universidades locales.
Ingresos…; la educación superior, en términos generales y comparativos, es muy barata -aunque muy cara para un promedio de ingresos de $407.92 (EHPM, 2023)- para atraer buenos docentes e invertir en equipos; las instituciones de Educación Superior no han sabido diversificar sus ingresos, incursionando en otras áreas empresariales que les permitan subsidiar becas, mejores salarios y equipamiento. Solo hay un par de universidades que lo hacen de modos discreto. Por ejemplo, invertir en bienes raíces y con las utilidades -de una “empresa universitaria”- diversificar y mejorar los ingresos para los servicios académicos.
Autoridades…; habría mucho que decir en este mundo complejo de las universidades privadas, en dónde no hay “dueños” pero sí “fundadores”; y dado que el sistema es de utilidad pública y sin fines de lucro, no hay utilidades o dividendos, pero sí otros privilegios (…); en no pocos casos los fundadores heredan su puesto a sus hijos o familiares, y a veces no tienen las competencias sino un vínculo de consanguinidad que afecta la importante meritocracia académica. En el mundo Estatal o público también se “cuecen habas” con el compadrazgo, amiguismo o clientelismo. No siempre tenemos el Rector, decanos o Directores que necesitamos, sino lo que nos ofrece este sistema limitado.
Infraestructura…; en teoría las universidades deberían tener un “campus”; en la historia universal muchos campus se han construido sumando edificios o casas -como el caso de Harvard- hasta lograr un verdadero espacio académico, cultural y científico. Las universidades necesitan un verdadero ecosistema de convivencia, y esto a veces no sucede y es simplemente una suma de edificaciones sin “alma”, sin prospección y bastante amorfo.
Investigación…; unos cuentan revistas o publicaciones, otros cuentan patentes o spin-off, y hasta presupuestos o programas de doctorado; ¿qué mide un buen sistema científico…?; al final, cuentes lo que cuentes, el quehacer científico de una universidad se debe traducir en ciertos productos tangibles y útiles para diseñar soluciones o resolver problemas en diversos ámbitos industriales, empresariales, económicos, culturales, etcétera. Nuestra cultura científica es bastante básica y limitada, y los dueños de los problemas empresariales e industriales han preferido comprar soluciones en Miami.
Programas académicos…; Son muy rígidos, demasiado rígidos; plagados de prerrequisitos que afectan significativamente el recorrido estudiantil; son como un embudo, con una entrada amplia y una salida reducida; sin salidas colaterales; sin electividad; como resultado la eficiencia es menor al 5%. Aún seguimos en clave de “Unidades Valorativas” algo que incompatible con el mundo, cuya métrica es el “Crédito”. Un estudiante de medicina que se retire en sexto año ni enfermero o técnico puede ser.
Regulación y marco legal…; la ley vigente es de 1995-1997, hubo un reciente intento fallido de reforma, y mientras la ciencia y la tecnología avanza, seguimos con criterios normativos anacrónicos; tenemos una “Política” especializada, pero trámites burocráticos y una Comisión de Acreditación que se ha ido desnaturalizando y perdiendo capacidades de elevar la calidad. La Dirección Nacional de Educación hace esfuerzos, pero éstos se diluyen en un contexto estático que está cómodo y no desea cambiar.
Pese a todo lo anterior, también hay esfuerzos loables a reconocer. Muchas instituciones han mejorado sustancialmente su infraestructura, cuentan con alianzas importantes, tienen un modelo educativo exitoso, gradúan a gente muy capaz e intentan realizar investigación de buen nivel.
A la hora de juzgar no se fíen en los rankings, la mayoría son pagados; duden un poco de las métricas de publicaciones, el papel aguanta con todo y las revistas “científicas” internacionales están bastante prostituidas o canibalizadas, siendo un negocio: pagas y publicas ¿a quién le sirve lo publicado…? A otro que se dedica a lo mismo, para citar o sólo a publicar; examinen la reputación con cierta distancia, analizando las patentes, las empresas spin off que desarrollan, las relaciones universidad-empresa y el equipo humano de docentes, autoridades y científicos. Hay mucho por hacer…
PD: A la única y más importante universidad pública no le dan los recursos que necesita para funcionar bien y ostenta el último lugar de los presupuestos científicos de la región: 0.48% del presupuesto general… aquí está el secreto del milagro económico…
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Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu