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Dopamina y educación

Para aprender, las personas necesitamos serenidad, emoción que surge cuando nos sentimos aceptados, amados y protegidos. Es en este contexto cuando, sumado a los otros componentes, nuestros cerebros pueden producir niveles sanos de dopamina y así alcanzar aprendizaje.

Por Óscar Picardo Joao

La dopamina es un neurotransmisor que forma parte de los numerosos mensajeros químicos o neurotransmisores que participan en nuestro sistema nervioso involucrado en la toma de decisiones y en muchas otras funciones cerebrales como la memoria, las sensaciones placenteras, el sueño, el estado de ánimo, la atención y la actividad motora, entre otras.

La dopamina pertenece a la familia química de las catecolaminas que se encuentra distribuida en diferentes regiones del cerebro, pero tiene mayor concentración en la corteza prefrontal, que se encarga de la toma de decisiones y en el hipocampo se encarga entre muchas funciones de la memoria.

La dopamina se encarga de ocasionar la sensación de placer e impulsa o motiva a seguir haciendo actividades que generan esas sensaciones; existen sustancias estupefacientes que confunden o alteran a nuestro organismo; la alteración de la actividad dopaminérgica de estas sustancias nos hace experimentar placer “artificialmente”. Por ejemplo, la cocaína o las anfetaminas incrementan la trasmisión dopaminérgica en áreas cerebrales límbicas, involucradas en la generación de emociones.

Este neurotransmisor también se relaciona con la tristeza y la depresión. Una carencia de actividad dopaminérgica hace difícil que consigamos disfrutar incluso de aquellas cosas que más nos gusten.  A esto se le conoce como anhedonia.

El estrés, cuya hormona es el cortisol, influye en la actividad dopaminérgica. De este modo, las actividades que pueden contribuir a mantener unos niveles adecuados de dopamina son todas aquellas que disminuyan el estrés: Deporte, meditación, lectura, actividades sociales, descanso, dieta saludable.

José A. Morales García, profesor e investigador científico en Neurociencia en la Universidad Complutense de Madrid, nos amplía el espectro de la dopamina en nuestra vida:

  • Si el proceso de aprendizaje se realiza con emoción e interés o con una buena pedagogía, interviene la dopamina, y el su efectividad es gratificante y duradero.
  • Numerosos estudios científicos sostienen que la dopamina podría estar relacionada con rasgos de la personalidad como la inseguridad, la cobardía o incluso el grado de extroversión. 
  • La dopamina es la culpable de nuestras adicciones, drogas, tabaquismo, alcoholismo que aumentan la cantidad de recompensa o malos hábitos de alimentación.
  • La dopamina también tiene función motivacional. No solo nos recompensa cuando realizamos una actividad placentera, sino que también se libera mucho antes de realizar una acción.
  • Cuando tenemos un exceso de dopamina pueden aparecer trastornos como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.
  • En caso de que la cantidad de dopamina disminuya, aparecen el trastorno depresivo mayor, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, la enfermedad de Huntington y la neurodegeneración.

Desde el punto de vista educativo, la dopamina es fundamental para que se produzca el aprendizaje en los seres humanos ya que nos incita a descubrir, explorar y a abrir nuestra mente a lo nuevo. Desde el segundo semestre de vida, la dopamina se produce para estimular el juego, la imitación, el entusiasmo, la iniciativa a la acción, la curiosidad, el deseo de explorar, la audacia y el atreverse.

Richard Palmiter (2004) realizó los primeros experimentos con dopamina en animales. Posteriormente, un equipo de investigadores en neurociencias computacional, liderado desde la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), ha descrito por primera vez el papel que juega la dopamina en el aprendizaje y la motivación durante la toma de decisiones basadas en la percepción. Los resultados se publican en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Los investigadores comprobaron el papel de la dopamina en la motivación con animales para realizar diversas tareas y ensayos. Sorprendentemente —describen–, la dopamina produce un pico de activación con una intensidad que es tanto mayor cuanto más rápida es la reacción del animal. En otros términos, la dopamina es una señal que indica la motivación para trabajar y conseguir la recompensa.  

Otro hallazgo encontrado es que la actividad de la dopamina está simultáneamente implicada en diversos aspectos del comportamiento. Primero se confirmó su papel en el aprendizaje: en cada ensayo, cuando se está ejecutando la tarea, hay estructuras cerebrales que se ocupan de predecir cuánta recompensa se obtendrá. Cuando la predicción es incorrecta, la dopamina pierde actividad, señalando así los errores. Asimismo, los investigadores demostraron cómo, de forma crucial, la actividad de la dopamina refleja también el sesgo interno en la percepción.

El médico y neurocientífico Marcel Ruiz Mejía nos recuerda: “Nuestro cerebro toma decisiones en función de las emociones. Una de ellas el placer y el bienestar. También el miedo o la ira son emociones capaces de hacernos aprender y tomar decisiones (…) El aprendizaje funciona bajo la lógica de ensayo y error, recompensas y evitar castigos (…) el cerebro, constantemente, hace predicciones de cómo será la recompensa para así decidir si ir tras ella o no.

Según María José Palmero, hay al menos tres estrategias que podemos realizar o favorecer para que nosotros y nuestros estudiantes produzcan dopamina:

1. La alimentación saludable, gracias a ella recibimos los nutrientes que necesitamos para desarrollarnos. 2. Metodologías de clase que inviten a descubrir, crear y explorar e indagar (aprendizaje por proyectos o problemas). 3. El buen humor y afabilidad con que nos relacionamos con los estudiantes, estimularlos y valorarlos genuinamente.

Para aprender, las personas necesitamos serenidad, emoción que surge cuando nos sentimos aceptados, amados y protegidos. Es en este contexto cuando, sumado a los otros componentes, nuestros cerebros pueden producir niveles sanos de dopamina y así alcanzar aprendizaje.

Tras los pasos de Pavlov, podemos afirmar que para aprender, el cerebro necesita recompensas, tanto internas como externas. De modo externo, el reconocimiento social  o plantearnos tópicos desafiantes pueden servir para ello. El responsable de generar las recompensas internas es el sistema dopaminérgico, liberando dopamina, que en los seres humanos nos produce una sensación de satisfacción y bienestar, y nos impulsa a seguir adelante en nuestro día a día.

Nuestro cerebro necesita ir modulando y restaurando los niveles de dopamina en para sentirnos motivados y movernos hacia adelante. Algunos le han llamado la “hormona de la felicidad”. Sin emoción no hay aprendizaje efectivo…

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu

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Educación Opinión

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