Estados Unidos le ha dado la espalda al libre comercio. En años recientes, ambos partidos políticos han implementado barreras comerciales y, gane quien gane las elecciones presidenciales, volverán el país todavía más proteccionista.
Donald Trump dice que la globalización ha vaciado las fábricas y plantas de Estados Unidos, y ha empobrecido a la clase media y a los trabajadores estadounidenses, enriqueciendo a la élite. La representante de comercio del gobierno de Joe Biden y Kamala Harris dice que la liberalización ha creado una “carrera hacia abajo” en cuanto a estándares como el medio ambiente, debido a la búsqueda de bajos costos por parte de las empresas privadas.
¿Pero es cierto, como declaró el economista Joseph Stiglitz hace más de 20 años, que “la globalización se ha convertido en una carrera hacia el abismo, en la que las empresas son las únicas ganadoras y el resto de la sociedad, tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo, es la perdedora”?
La respuesta, basada en los hechos, es un rotundo “no”. Repasando los datos, el analista Johan Norberg encuentra que un sinnúmero de estándares en los países en desarrollo ha mejorado en la medida en que se han abierto al mundo. Por ejemplo, el porcentaje de personas empleadas a escala mundial que viven en la pobreza extrema ha caído del 23,6% al 6,4% en los últimos 22 años. Cayó al 0,5% en Asia del Este, la región que más se ha globalizado, y solo al 38% en África subsahariana, una de las regiones menos globalizadas.
El porcentaje de trabajo infantil a escala global se redujo en las últimas dos décadas del 16% al 9,6%. En un libro académico, Robert Flanagan revisó la evidencia y concluyó: “Los países que adoptan políticas comerciales abiertas tienen salarios más altos, mayor seguridad en el lugar de trabajo, más libertades civiles (incluida la libertad de asociación en el lugar de trabajo) y menos trabajo infantil”.
Hay mucha evidencia de que la globalización ha ocasionado una carrera hacia arriba. Esto incluye a los indicadores medioambientales. Son precisamente los países más ricos e integrados a la economía global los que tienen los mejores indicadores ecológicos, según el Índice de Comportamiento Ambiental de la Universidad de Yale y otras fuentes. Eso tiene sentido porque, a mayor riqueza, mayor eficiencia en el uso de recursos y mayor habilidad de usar la riqueza para cuidar el ambiente.
Norberg señala que ha disminuido incluso la emisión de dióxido de carbono en términos absolutos en más de 40 países desde el 2010, a pesar de que sus economías han seguido creciendo. La eficiencia que impone el mercado está extrayendo cada vez más riqueza de la energía disponible.
¿Qué hay de los ingresos y la base manufacturera en Estados Unidos? El experto Scott Lincicome observa que “la clase media estadounidense, es decir, los hogares que ganan entre US$35.000 y US$99.999 al año, ha descendido del 52,9% en 1970 al 39% en el 2021, pero los estadounidenses que abandonan la clase media suelen ascender en la escala económica, no descender. Los estadounidenses de clase alta que ganan US$100.000 anuales o más pasaron del 15,8% de la población en 1970 al 35,8% en el 2021. Por su parte, la proporción de estadounidenses con ingresos bajos, US$34.999 o menos, descendió del 31,4% al 25,2%”.
La mayoría de las comunidades estadounidenses inicialmente afectadas negativamente por el comercio libre y los cambios tecnológicos ha podido recuperarse, según un estudio del Brookings Institution. Esto se debe al ajuste de las políticas locales que han atraído inversión y nuevas industrias tanto domésticas como extranjeras.
La narrativa antiliberal de ambos partidos políticos en Estados Unidos ha predominado, pero choca con la realidad y está por desacelerar o quizás revertir la carrera hacia arriba de las últimas décadas.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 17 de septiembre de 2024.
Vicepresidente de Estudios Internacionales y Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute y coautor del Human Freedom Index. Vásquez es columnista semanal de El Comercio (Perú).