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La ley del péndulo

Últimamente he escuchado eso de que cada pueblo tiene el gobernante que se merece, en personas que analizan el modo de ser (pero no tanto las ideas) del flamante presidente Trump, queriendo dar a entender -por el tono en que se dice y el contexto en que se menciona-, que los norteamericanos son gente ignorante y fácilmente manipulable pues, desde su perspectiva, es una manera más o menos sencilla de comprender cómo llegó ese señor (“un patán” dicen algunos) a la Casa Blanca por segunda vez.

Por Carlos Mayora Re
Ingeniero @carlosmayorare

Es un lugar común afirmar que cada nación tiene los gobernantes que se merece. Una declaración que; más en una democracia, en la que no solo los gobernantes sino el modo de gobierno (Constitución política mediante) es votada por la gente; parece cobrar plena relevancia.

Cosa muy distinta es decir que el gobernante representa, o encarna, el modo de ser de sus gobernados. Un punto que es bueno aclarar pues un presidente educado y refinado puede muy bien ser elegido por una chusma manipulada; de igual manera que un patán en la silla presidencial no vendría a significar que está al frente de una nación de gente zafia.

Cuando Joseph de Maistre, teórico político saboyano que vivió a caballo entre los siglos XVIII y XIX, escribió la frase de marras, no estaba ni cerca de defender la democracia, más bien todo lo contrario… La dice en un contexto histórico encuadrado por la Revolución francesa, la plasma como una especie de desahogo al ver las chusmas gobernadas por déspotas y tiranos que si bien fueron elevados al poder por los acontecimientos históricos estarían -según su opinión- a años luz de la calidad humana y cultural de los reyes que hasta finales del siglo XVIII habían gobernado Francia, y que fueron derrocados por la Revolución.

Ha sido citada hasta la saciedad cuando se habla de déspotas y tiranos, sobre todo cuando éstos han alcanzado el poder político por medio de las urnas; y, también, cuando son imposibles de derrocar una vez instalados en el gobierno.

Últimamente he escuchado eso de que cada pueblo tiene el gobernante que se merece, en personas que analizan el modo de ser (pero no tanto las ideas) del flamante presidente Trump, queriendo dar a entender -por el tono en que se dice y el contexto en que se menciona-, que los norteamericanos son gente ignorante y fácilmente manipulable pues, desde su perspectiva, es una manera más o menos sencilla de comprender cómo llegó ese señor (“un patán” dicen algunos) a la Casa Blanca por segunda vez.

La pregunta más relevante sería, desde mi perspectiva, ¿cuáles fueron las condiciones sociales, económicas, culturales, etc., que hicieron que la mayoría de los norteamericanos no solo eligieran a Trump, sino que le entregaran Senado y Cámara de Representantes, cuajándose eso que alguien ha dicho: una especie de  intento desesperado de recuperar su país.

Una nación que en los últimos años habría estado gobernada por líderes culturales y políticos cuyo pensamiento, sus ideas económicas, sus valores y costumbres, estaban muy lejos de lo que la mayoría de los norteamericanos consideran bueno, justo, bello y verdadero.

También puede estar pasando que se esté cumpliendo la inexorable ley del péndulo, que rige el comportamiento de la gente cuando se trata de elegir el talante, las ideas y las propuestas de quienes les gobiernan. Los votantes, así, en general, no tendrían “punto medio” y por eso su favor oscilaría entre progresistas y conservadores continuamente… podría ser.

Así, ante el ataque orquestado por parte de gobiernos anteriores a los valores conservadores de la gente en los Estados Unidos, contraponiéndoles unos minoritarios valores progresistas acuñados en la academia, y difundidos por el arte, los medios de comunicación y, sobre todo, los ingentes medios ($$$) con que cuenta un gobierno como el norteamericano… la gente dijo basta.

Eligió, como también se ha dicho, el mal menor (representado por el modo de ser del presidente electo, y algunas de sus estrafalarias ideas); pero al mismo tiempo confiando que el aparato de pesos y contrapesos con que está diseñado el gobierno norteamericano impida que se pueda caer en una dictadura o tiranía, de esas muy al estilo de las naciones al sur del río Bravo, en las que “presidente” puede a veces parecer un eufemismo para no llamar “su majestad” al que preside en el país.

Ingeniero/@carlosmayorare

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