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El efecto económico internacional de Donald Trump

Queriendo consolidar el mercado interno, Trump piensa reforzar la potencia estadounidense y con ella su influencia global. Fue lo que se entendió en Davos, durante este encuentro económico anual.

Por Pascal Drouhaud
Politólogo, presidente LATFRAN

El Foro Económico Mundial de Davos reunió esta semana a jefes de Estado y el empresariado global, para debatir las orientaciones económicas para el futuro inmediato.

Entre los participantes figuraban Javier Milei, de Argentina, y su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski, así como empresarios como Ana Botin, presidenta del Banco Santander; Patrick Pouyanne,  de Total Energía; Stephen Schwarzman, CEO del fondo de inversión Blackstone;  Brian Moynihan, de Bank of America; organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y numerosas organizaciones no gubernamentales. 

La figura central desde su toma de posesión ha sido Donald Trump.

El plato fuerte por cierto ha sido el encuentro virtual del jueves 23 de enero pasado que sostuvo con líderes de empresas globales, durante el cual pudo reafirmar sus posiciones y mandar mensajes esenciales.

 El más importante ha sido la reafirmación en invertir y producir en los Estados Unidos, obteniendo en regreso, unas bajas de impuestos. MAGA, el famoso “Make America Great Again”, ha sido reafirmado a través de estos principios y la convicción de impulsar un nuevo crecimiento económico. 

Por cierto, 2025 surge como un año de regreso de una tasa de crecimiento duradera. 

El presidente estadounidense sacó provecho de su conferencia virtual para afirmar su mensaje sencillo: “Vengan a producir en los Estados Unidos (..) y van a beneficiarse de impuestos de los más bajos en el mundo. Si no quieren hacerlo, lo que es su derecho, tendrán que pagar derechos aduaneros”.

Este dinero servirá para financiar el endeudamiento de los Estados Unidos. 

 Trump subrayó la complejidad administrativa europea para recordar que “tiene quejas” hacia la Unión Europea, en “materia de fiscalidad” y “barreras no arancelarias”.

 Cuestionado sobre China, reafirmó querer “ ser a igualdad”  y no tener más “déficit de su balance comercial” con Beijing.Llamó a Arabia Saudita y los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a bajar el costo del petróleo. “Si los precios del petróleo bajaran, la guerra entre Rusia y Ucrania acabaría inmediatamente”, ha dicho. 

 El precio del barril de Brent del Mar del Norte perdió después de esta declaración, 0.87% a 78.31 USD el viernes pasado. Su equivalente estadounidense, el barril de West Texas Internmediate, perdió 1.07%.

Davos tuvo este año una resonancia particular a raíz de la toma de posesión del nuevo presidente de los Estados Unidos, que firmó decenas de decretos marcando una ruptura con la administración precedente. Ya sea sobre temas de inmigración, medio ambiente, comercio, tanto como financiación a organismos internacionales, o temas internos como la descalificación de documentos sobre los asesinatos del Presidente John F. Kennedy en 1963, Robert Kennedy y Martin Luther King en 1968, sin duda las iniciativas no faltaron. Javier Milei, por su parte, anunció en su discurso “una edad de oro” favorecida por el regreso de Trump a la Casa Blanca. 

Sobre la forma, el presidente de Estados Unidos era la personalidad de Davos. Los europeos estaban oscilando desde semanas entre observación, interrogantes, preocupación e interés. El líder estadounidense habló claramente, definiendo reglas de un juego global que finalmente, llama cada parte a sus responsabilidades. 

Más allá de las decisiones comerciales, la época en la cual estamos ilustra la nueva guerra ideológica que impacta las relaciones internacionales. Declarando que los Estados Unidos serán la capital de la inteligencia artificial, con un plan llamado “Stargate” de 500 mil millones de dólares para infraestructuras físicas y virtuales, compartiendo sobre criptomonedas, prometiendo que las tasas de intereses bajarán en el mundo,  Trump quiere influir sobre un impacto inmediato y global.

Por cierto, se inscribe en una nueva batalla --unos dirán “guerra-- contra el “wokismo”, esta visión de un rechazo a un determinismo social para luchar contra supuestas injusticias. Se desarrolló en América del Norte y Europa, siendo considerado como el frente interno de una voluntad de estabilización o desaparición del sistema occidental. El frente externo sería ilustrado por los miembros de los BRICS + (Brasil, Rusia, India, China, Sur Africa, Etiopía, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Egipto) representado 51% de la población mundial y casi 40% del PIB mundial. 

Construyendo rutas comerciales, dotándose de un banco y con la vocación en tener una moneda propia y a pesar de la diversidad de sus miembros, aparecen como posibles adversarios.

Para Donald Trump, el límite es el hecho en tocar al dólar como moneda de uso del comercio mundial. Muchos hablan de un proteccionismo pensando en las medidas económicas anunciadas desde el primer día de la nueva administración.

Pero, queriendo consolidar el mercado interno, Trump piensa reforzar la potencia estadounidense y con ella su influencia global. Fue lo que se entendió en Davos, durante este encuentro económico anual. Sus consecuencias pueden ser duales: alianza contribuyendo al mercado americano o llamado a responsabilidad para multiplicar las lógicas de consolidaciones regionales, tantos bloques que tendrán que negociar entre ellos para lograr un comercio internacional.

Para consolidar una postura de liderazgo,  Trump apuesta sobre la inteligencia artificial y energía, tantas fuentes de una independencia e influencia internacional. A partir de ahora, el “blast” económico de Donald Trump llama a la responsabilidad de otras regiones para decidir su destino.

Politólogo francés y especialista en temas internacionales.

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