Las calles de la capital y muchas ciudades del interior, están tapizadas con mupis publicitarios que presentan artísticas fotografías de paisajes, monumentos y plazas, para destacar su belleza, y con la leyenda: “Llegamos a todos los distritos”, con lo cual la DOM pretende demostrar su gran capacidad para mejorar el país, cubriendo gran parte del territorio y considerando que con la nueva ordenación territorial los distritos han sustituido los 262 anteriores municipios. Con lo anterior, la DOM pretende llenarse de gloria y demostrar su gran capacidad de trabajo.
Sin embargo, la realidad demuestra que la leyenda debió tener una segunda parte: “Llegamos a todos los distritos, para destruir lo que había”. Bellas iglesias de Chalatenango y Suchitoto, parques, complejos deportivos y centro histórico de Ataco, Apaneca, Juayúa, Salcoatitán y muchas otras ciudades, que han sido víctimas de una institución que nació poderosa, con un presupuesto millonario, que tiene a su cargo hasta la construcción del Hospital Rosales, que a la fecha no ha dado señales de mucho avance. ¿Cómo es posible que una misma institución tenga la capacidad para desarrollar obras tan diferentes, como pavimentación, ornato, construcción de escuelas y hospitales que requieren de profesionales especializados? ¿Una institución que nació con un director, que pronto renunció o fue removido, y que hasta la fecha no se sabe por quién está dirigida?
Las redes sociales y los periódicos nos demuestran la verdadera cara de la moneda, y es que la DOM podría compararse con Atila, de quien se decía que por donde pasaba, no volvía a crecer la grama. Siendo Ataco una de las ciudades con más movimiento turístico, por su excelente clima, gastronomía, artesanías y el encanto típico de sus calles y casas, fue víctima de un proyecto de la DOM que dejó como saldo grandes zanjas abiertas en sus principales calles, que con la lluvia se convirtieron en lodazales, lo que evidentemente ahuyentó el turismo, con la consabida pérdida económica para el comercio, y en plena temporada de agosto.
Su vecina Apaneca, de la noche a la mañana vio demolida su escuela y parvularia, para remodelar el parque, que sería visitado por las candidatas a Miss Universo. Los 900 alumnos de la destruida escuela fueron instalados en un hotelito de la zona, que no reunía las condiciones para albergar aulas escolares, con un segundo nivel con terrazas provistas de barandas que ponían en peligro la seguridad de los niños. Y la solución fue que los alumnos asistieran a clase en días alternos. A la fecha, no ha habido mayor cambio.
Los ejemplos anteriores podían aumentarse en diferentes ciudades, que vieron destrozadas sus calles, algunas todavía en bastante buen estado, pero que a la fecha siguen sin señales de mejora. En algunos lugares, los vecinos desesperados se han lanzado a reparar el daño causado para poder circular, haciendo rifas y contribuciones solicitando apoyo a salvadoreños en el exterior, y a la buena voluntad de empresas que les han colaborado con material, para hacer por su cuenta un trabajo que es obligación de un gobierno incapaz, pero que derrocha en banalidades los impuestos que recibe.
Triste panorama el de muchas escuelas, que con algún tipo de deterioro todavía podían albergar a sus alumnos. Destruidas para mejorarlas, han quedado inservibles y los alumnos hacinados en casas particulares cedidas generosamente por los vecinos. Se comenta que durante un tiempo, las empresas a quienes ser asignó el trabajo lo hicieron durante un par de meses, pero luego abandonaron porque no se pagó a los obreros, al no recibir los fondos del MINED, del MOP o de la DOM, encargados de los trabajos. Sigue siendo información reservada el costo millonario de esta publicidad falsa, que pretende engañar al pueblo con imágenes falsas que buscan encubrir los altos niveles de pobreza que está sufriendo la población salvadoreña.
Maestra.