Como hemos anotado en otros artículos, planificar es un arte…; se trata de un proceso sistemático y ordenado para pensar, diseñar y trabajar con el futuro. La métrica, los datos, la estrategia, la táctica y el análisis de la contingencia, son elementos claves de la planificación. En el escenario de las políticas públicas, además de la planificación se utilizan otras herramientas de análisis de costo-beneficio y tasa de retorno, para decidir e invertir mejor.
La clase política suele utilizar las herramientas de planificación como un recurso electoral, mientras que la academia intenta leer, profundizar y analizar el desempeño y cumplimiento de la planificación; son dos mundos distintos.
Muchas de las cosas importantes que están sucediendo en nuestro medio no estaban planificadas en ningún lado, por ejemplo el Hospital Chivo Pets o la implementación del bitcoin como moneda de curso legal; al menos no aparecen en el Plan Cuscatlán. Otros hechos relevantes vinculados a coyuntura tampoco aparecen en un guion lógico de operación, por ejemplo: Hospital Rosales versus Hospital CIFCO, o Plan Control Territorial versus Estado de Excepción, o construir el nuevo estadio en donde era la Escuela Militar, para luego hacer otra Escuela Militar, desaparecer el FODES y crear la DOM, unificar el BCR con la DIGESTYC, entre otras cosas atípicas.
Es probable que exista otro documento o Storytelling que no conocemos o que se esté trabajando bajo un sistema disruptivo de prueba y error; hay cosas que funcionan muy bien y otras no tanto, léase Estado de Excepción y la condición de seguridad versus el rechazo generalizado al Bitcoin.
Pero al leer los documentos de planificación, en este caso Plan Cuscatlán y Plan Torogoz, también se encuentran demasiadas cosas que no están sucediendo y ya van tres años de gobierno. Por ejemplo y a modo de “muestra”: en Educación: Proyecto Dalton de becas y Dignificación del magisterio. Deportes: Nueva Educación Física y Deporte Comunitario. Juventud: Ministerio de Juventud, Academias de arte urbano y red de emprendedores juveniles. Mujer: Observatorio de embarazos de adolescentes, beneficios fiscales para mujeres jefas de hogar, programa nacional de talento femenino. Cultura: Revitalización de cincuenta centros históricos, Formación en artes, Fondo Nacional Concursable para la Cultura de un millón de dólares, becas de creación literaria, Política Nacional de Apoyo a la Industria Cinematográfica, Creación de Cinemateca y del Instituto de Cinematográfica, industrias culturales, Creación del Instituto Nacional de Investigación Multicultural Salvadoreño. Innovación: Factora electrónica, Gobierno de datos abiertos, Identidad digital, Smart Cities. Economía: Empleos dignos, Política Nacional de Encadenamiento y Diversificación Productiva. Infraestructura: reactivación del transporte ferroviario, aeropuerto de oriente, ¿reducción del hacinamiento carcelario? (eje 7, página 40), y un largo etcétera.
Obviamente la pandemia de covid-19 modificó el mapa de gestión pública y estableció nuevas prioridades sociales y económicas; y el gobierno ha realizado inversiones relevantes en salud, vacunas, rehabilitación de carreteras, pasos a dos nivel, estrategia Cubos, seguridad, nueva cárcel para terroristas, entrega de tables y laptops a estudiantes para disminuir brecha digital, la app Chivo Wallet, obras vinculadas a Surf City, Diario El Salvador, entre otras apuestas. Algunas de estas acciones provienen de la planificación -pocas-, pero la mayoría de acciones no estaban en el guion de la planificación.
No intentamos proyectar un debate político, sino técnico, sobre la problemática de la planificación prospectiva del país. De hecho, el principal problema que padecemos la mayoría de países del continente es la ausencia de políticas de Estado o de largo plazo; nuestra planificación es gubernamental y de corto plazo y cada cinco años es un borrón y cuenta nueva, y en este proceso se pierden millones de dólares.
Por ejemplo, ¿cuánto se invirtió en el proyecto Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno?, con financiamiento y apoyos de Banco Mundial, USAID, Fomilenio II y la Cooperación Italiana, cerca de US$100 millones, ¿qué ha quedado de este proyecto…?; proyectos educativos van y vienen y los problemas de fondo quedan intactos, sean estos de calidad educativa o de dignificación docente.
Cada funcionario de gobierno, presidente o ministro quiere dejar huella e inmortalizar su apellido con las políticas públicas, y hasta el momento este modelo “neo caudillesco” centroamericano va mal; la mayoría de nuestros gobernantes están desprestigiados, andan huyendo o están presos. La idea es pensar verdaderamente en el país, y diseñar soluciones razonables para resolver los grandes problemas de las mayorías con criterios razonables y basados en datos y evidencia.
En este contexto, preocupa y mucho la Ley de Disolución, Liquidación y Traslado de las Funciones de la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC); en teoría es para modernizar esta sustantiva herramienta de la gestión pública. Pero no debemos olvidar que últimamente ha existido una excesiva propensión a reservar información pública en todos los órganos de gobierno y no contamos con datos desde 2018 en diversas áreas; y para planificar o investigar se necesitan datos, y ya el Banco Central de Reserva (BCR) tiene bastantes tareas econométricas como para ocuparse ahora de un área tan especializada como son las estadísticas y censos.
Todo lo aquí descrito -técnica y académicamente hablando- no afecta en lo absoluto la imagen del Presidente; mientras siga realizando “conexiones” digitales y pragmáticas con las necesidades de las mayorías, su popularidad estará impoluta; y los resultados están a la vista -sean lógicos o no-: entregas de laptops, capturas de pandilleros y muchos videos en YouTube, lo demás sale sobrando. Estimados y poco ponderados políticos: Tomen nota y aprendan…
Iniciamos con una cita de gatos y terminamos con una de perros: “¿Realmente te parezco un tipo con un plan?, ¿Sabes qué soy? Un perro que corre tras los coches. No sabría qué hacer si alcanzara uno”. (The Joker)
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Investigador Educativo/opicardo@asu.edu