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Invitemos a leer

Es que cuando se tiene un libro abierto se tiene a un amigo y tan es así que cuando compramos un libro, hasta su olor es de nuestro total agrado.

Por Ricardo Lara
Médico

Hay tantísimas formas de hacer patria y quizá una de las más raras formas sea la de invitar a un hermano salvadoreño a leer.


Parece algo fuera de moda, pues el objetivo principal que se persigue es el de leer las redes sociales y, como tal, dar la credibilidad a todo lo que aparece en ellas, teniendo que pagar un costo altísimo en cuanto al desarrollo de una nación.


Invitar al leer sería de los cumplidos más hermosos que podamos, hacer pues tenemos la oportunidad de conocer otras historias, otras vidas, otras formas de pensar y de a poco nos hacemos amigos de tantos personajes que los libros amigos tienen.


Tenemos amigos silenciosos que solo se dedican a darnos lo mejor; algo tan caro hoy en día como es el viajar se convierte en algo cotidiano cuando tomamos un libro en mano y somos capaces de conocer el mundo, de ese gozo infinito de descansar nuestro libro en el pecho, meditar por un momento y viene una paz, se cumplió la misión del libro leído.


No sólo se hace patria cuando salimos a votar, no sólo se hace patria cuando disponemos de leyes claras y propositivas, no sólo se hace patria cuando respetamos a un peatón sino que también se hace patria cuando regalamos un libro, cuando invertimos en la lectura, cuando invitamos a otros a leer.

¿Tan es así? Claro, el país parece que se ha alejado de la cultura, faltan “ferias del libro”, se necesitan más librerías y menos cervecerías, más bibliotecas y que cada escuela por remota que se encuentre, que disponga de una biblioteca donde chicos y grandes puedan divertirse en el gozo de la lectura.


Lamentablemente no es así; al contrario, tenemos altos índices de analfabetismo tanto en el área urbana como en el área rural y es la última una fuente de electores que debido a su desconocimiento no entienden que la lectura es la única forma de conocer y comprender la realidad de su entorno; sin embargo, eso poco importa cuando por el otro lado tenemos a las redes sociales que nos avasallan, nos dictan modas a seguir y poco reparamos en ello.


Repito: invitar a leer a otros es la manera más especial de hacer patria, pues dejamos por un momento el táctil a un lado algo que a muchos nos cuesta -y me incluyo- y decidimos invertir en conocimientos, en la magia que significa abrir un libro.


Es que cuando se tiene un libro abierto se tiene a un amigo y tan es así que cuando compramos un libro, hasta su olor es de nuestro total agrado.

Sigo siendo clásico, no leo en digital. Mi amigo libro me permite escribir sobre el mancharlo ponerle la fecha que lo compré y dónde. Según lo que marco, tengo mis códigos de colores en cada marcador.


Desde 1988 es una celebración internacional promovida por la UNESCO. El 15 de junio de 1989 se inició en varios países, y en 2010 la celebración ya había alcanzado más de cien. Debe El Salvador retomar la importancia de la lectura, inculcar al chico que leer es no solo un gozo sino que nos abre puertas y horizontes donde podemos entender apenas como camina el mundo, o ya es suficiente con vivir un momento de enamoramiento de un personaje que nunca podremos abrazar, es suficiente con tan solo pensar.


El mundo ha sido afortunado al tener escritores que nos han regalado joyas literarias; es quedarse corto si solo mencionamos a Benedetti, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Kundera, Elena Poliatoska y tantísimos escritores que han iluminado al mundo con sus bellísimas obras; sin embargo, es un deber hacer patria al leer a Salarrué, Alberto Masferrer, Claudia Lars, David Escobar Galindo, Alfredo Espino, Arturo Ambrogi, Álvaro Menen Desleal y, por cruda que sea la obra, “Dinero Maldito”, que nos sacuda y nos haga entender cuán proféticas palabras aún siguen vigentes, haciendo que el licor de la cantina haya sido convertido en la adicción a las redes sociales donde la post verdad decide nuestras vidas y ni siquiera hacemos el esfuerzo de hacer patria, investigando. Por eso, quizá sea una manera demasiado subversiva invitar a otros a leer un libro o muy arrogante si mejor lo regalamos.

Recuerdo una campaña de recolección de libros llenando unos andamios en la Puerta de Alcalá en Madrid, España, para luego donarlos, algo así cada año llenando la plaza del Salvador del Mundo en todo abril para celebrar cada Día Internacional del Libro.

Médico.

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