Desde que nacemos nos vamos desarrollando a través de diferentes fases y al llegar a los cuatro años, cuando por emulación ya aprendimos a preguntar y cómo enfatizar la pequeña frase ¿por qué? aprendemos, que después de pronunciarla sobre algo que nos llama la atención, sigue una explicación de la persona a quién preguntamos. Los niños curiosos, si no quedan satisfechos con la respuesta, vuelven a preguntar sobre el porqué de la respuesta, a veces con tres o cuatro porqués seguidos, que complican las respuestas a la persona con quien están conversando.
Al margen que el tema de la ventana 4-14 lo escuché por primera de un pastor evangélico en el radio de mi carro durante un viaje, me pareció razonable el concepto, pero no solo para los asuntos religiosos, sino también para otros porque es cierto, a los cuatro años, empezamos a preguntar sobre cosas que nos llaman la atención. Además desde mi empresa, en esos días habíamos publicado tres manualitos para niños. El primero de urbanidad, el segundo de calidad y el tercero de seguridad, pensados para niños entre 4 y 15 años.
En mi caso, recuerdo que mi madre, seguramente sin saber lo de la ventana 4-14, por su propio instinto me enseñó las buenas maneras que sabía me servirían para toda la vida y las recuerdo perfectamente, porque a esa edad quedaron grabadas pare siempre en mi memoria. Por ejemplo, ceder el asiento a las personas mayores, si acompaño a una persona debo caminar sobre el andén al lado de la calle, lavarme las manos antes de comer, ceder el paso, decir siempre por favor y gracias, no burlarse de nadie, no comer más de lo necesario porque la gula es pecado, antes de responder pensar y no decir cualquier cosa, si me porto mal me llamarán la atención y como estas muchas enseñanzas básicas que todavía aplico. Además pensaba y respondía lo mejor que podía mis preguntas. Por ejemplo, ¿por qué no hay luna todas las noches? ¿Por qué la luna unos días está redonda y otros solo se ve una parte? ¿Cuántas estrellas hay en el cielo?…
En otro momento, también en esos días, vi un reportaje sobre la graduación de agentes especiales un una escuela militar en EEUU y que el director en su discurso de graduación les dijo a los nuevos agentes. Los felicito porque se gradúan hoy. Aquí aprendieron las artes marciales, a manejar un vehículo a alta velocidad, a pilotar un helicóptero, a disparar todo tipo de armas, pero si utilizarán esto en bien de la sociedad, depende de lo los valores que les enseñaron sus padres en sus casas entre los cinco y los quince años. Concluí que también por este lado consideran la importancia de las enseñanzas en el hogar.
¿Y cómo están las cosas hoy? ¿Saben los padres la importancia de esa edad para sus hijos? ¿Les permiten que les pregunten y los animan a preguntar? ¿Cuándo preguntan les responden con creatividad o les piden callarse porque están cansados?
Por lo que vemos, y habrá excepciones, con los teléfonos inteligentes, tablets y canales para niños, parece que les gusta más ver dibujos animados y películas que conversar y preguntar cosas a sus padres.
Como el uno de octubre celebramos el “Día del Niño” viene bien reflexionar sobre la importancia de, en esa primera fase, cuando se despierta la curiosidad, no eliminárselas dándoles un teléfono inteligente, para ver tranquilo el propio y estar como dos extraños en la sala, el desayuno, el almuerzo y la cena.
Sí, amigos… Los niños son el futuro y entre más curiosos y más pregunten mejor, sobre todo si son superdotados con talentos especiales.
Ingeniero/p.roque@gccinternacional.net