Nuevamente durante una celebración que nos rememora a nuestros seres amados y tenemos la oportunidad de visitarlos espiritualmente y recordar los bellos momentos que compartimos con ellos.
No es una fecha cualquiera, no es una fecha de felicidad en el sentido estricto de la palabra sino que es una fecha que nos debe hacer pensar en nosotros, dedicar tiempo, hacer una profunda introspección de lo que estamos haciendo, preguntarnos cómo fue la relación con mis seres queridos que se nos adelantaron y que en esa inmensa fe que tenemos, sabedores de que un día nos volveremos a ver nos debe hacer rememorar, recordar y revivir lo hermoso que fue esa relación; recordar a nuestros padres, a nuestros hermanos y sabedores de que nuestros hijos los debemos de cuidar pues son ellos los que nos deben enterrar a nosotros, no los padres a los hijos.
Una fecha que nos hace viajar al pasado, viajamos al núcleo de la familia por ende es una celebración que debe servirnos para entender quiénes somos, quiénes fueron nuestros padres, cuál fue el legado que dejaron y cuál será el legado que dejaremos; todo en esta vida se queda, en un mundo donde hay un culto al hedonismo entre más cosas se tiene se es más feliz en apariencia, sucede que nada nos llevaremos, todo se queda y lo único que dejamos en esta vida es lo bueno que fuimos, lo malo que fuimos y en esa dicotomía, en esa ambivalencia es donde debemos de relucir y brillar como ejemplo para nuestras familias, como padres, como buenos hermanos, estar prestos a servirle al más necesitado.
Nosotros debemos ver las relaciones que tenemos, vale la pena preguntarme cómo es mi relación con mi familia, cómo es la relación con mis jefes, con mis empleados, cómo es mi relación con mi empleada doméstica, cómo es mi relación con el vigilante de que cuida mi pasaje; cuando contestemos que nuestras relaciones son serias, frescas y amorosas y de sumo respeto podemos entender que estamos haciendo bien las cosas, siendo sinceros, no nos podemos mentir porque el único engañado seríamos nosotros, cuando llegan estas fechas y como la muerte no avisa, todo ser humano debería tener cada día un momento de oración para dar gracias por la vida y también sabedor que es y somos de la muerte.
Porque aquí podemos ver que nuestros días están contados, como dice la Biblia, vivirán 80 años los hombres robustos y eso debe aclarar que en el panorama de la vida y la muerte debemos saber que la muerte nos espera a la vuelta de la esquina y que dentro de poco seremos nosotros los a los que nos visitarán.
Y es tan importante la reconciliación con nosotros mismos, el amor que les tenemos a nuestros deudos que se nos adelantaron, poco a poco va haciendo mella y se va olvidando a los seres amados, hay tantas tumbas que nunca nadie llegará a visitarlas por las razones que sean, así termina el humano en el mayor olvido, pero podemos hacer en este mundo terrenal es que cada día sea un día de agradecimiento para todos aquellos que se nos adelantaron, que haya un diálogo con ellos para dar las gracias por los legados de amor que nos dejaron, por ese cariño, por esas enseñanzas de una madre para con su hijo, recordar la sonrisa eterna de una madre, una sonrisa que ilumina los caminos de nosotros, rocío que ellas tienen cuando andamos perdidos en el sentido de que atribulados y no encontramos ese calor, ese puerto donde llegar,.
Entonces que sea el 2 de noviembre el día en que llevemos flores. Las flores son un buen detalle pero es nuestro corazón el que va a estar lleno de flores como un lindo florero donde nosotros podamos tener que cada rosa, que cada crisantemo, que cada girasol sea en memoria, sea en el nombre de nuestros padres, de nuestras madres, de nuestros hijos y hemos perdido mucho, una sociedad no debe permitirse el lujo de que sean los padres ser enterrados por sus hijos, no se puede dar el lujo una sociedad de perder a lo más valioso sino que son los padres los únicos responsables de enterrar a sus hijos y nosotros hemos sufrido como sociedad, aún qué es de la madre que anhela ver a su hijo desaparecido con vida, esa señora sufre y ese 2 de noviembre no es una fiesta de gozo para ella sino de tristeza, de duda, de dolor.
Que sean estas líneas apenas un recordatorio de la importancia que tiene la familia como tal, el respeto que hemos de guardar no por tradición sino por ese amor incondicional hacia los nuestros.
Médico.