Desde que tengo uso de razón se lo que hacemos en nuestro país el Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos. Y cuando digo nuestros, me refiero a los de cada familia, entre parientes y amigos.
El Día de los Difuntos es universal desde hace más de mil años y fue instituido por el monje benedictino San Odilón en Francia en el año 998. Más adelante también lo adoptaron en Roma y después las iglesias cristianas católica, ortodoxa y evangelistas acordaron celebrarlo el dos de noviembre para que sus feligreses pudieran dedicarle el mismo día oraciones y recuerdos a sus seres queridos fallecidos que guardan en su recuerdo.
En la sala de mi casa natal, como en muchas de los lectores, tenemos fotografías de nuestros padres y hermanos que fallecieron, como también es costumbre, tener una tumba familiar.
Nuestra tradición para el día de los difuntos, es limpiar y repintar las tumbas y poner flores, de ahí el verbo que creo exclusivo de El Salvador, “enflorar”, que se refiere al proceso de preparar o comprar coronas y flores para llevarlas al cementerio y ponerlas en las tumbas y recordar y honrar a los familiares ya fallecidos. Algunas familias les llevan la música o las canciones que más les gustaban.
En España como aquí las familias visitan a sus seres queridos en los cementerios y les llevan flores a sus tumbas. Y se come un pan que se llama Hogaza de nueces y pasas.
En Alemania se celebra también visitando las tumbas y llevando flores a los antepasados, pero el último domingo de noviembre, es el día que llaman “Totensontag” y los católicos asisten a misa.
Está semana por diferentes razones estuve en México y visitando la casa de un buen amigo, vi el altar que tradicionalmente se prepara en todas las casas a la “La Catrina”, una figura femenina delgada vestida con muchos colores, que en lugar de cabeza, se muestra su calavera.
Por todos lados de la ciudad se ven personas y niños pintados de la cara, representando la muerte, que aquí más que un día triste es alegre y la Catrina está en cada esquina, en los restaurantes y en los hoteles.
Pero lo que más me impresionó, es la tradición de montar un altar en las casas, que en la pared se pone un manto grande con la figura de la catrina y muchas otras con calaveras de muchos colores y sobre la mesa apoyadas en la pared se colocan las fotografías de los familiares fallecidos y a partir de tres días antes del día de los difuntos, ponen la comida y bebidas que les gustaban a cada uno, pues la creencia es que hasta el día de los difuntos las almas de los parientes vuelven del más allá a visitar a sus familiares y como el camino es largo se les ponen los manjares que les gustaban.
Pero también me explicaron que a los que en vida se portaron mal, no tienen permiso de volver a sus casas en estos días a ver a sus familiares. De modo que si todos lo años se quiere volver hay que ser bueno. En las panaderías ofrecen pan de muerto y por todos lados hay las flores amarillas que también se llaman flor de muertos.
Diferentes países, diferentes tradiciones, pero con el mismo sentido.
Honrar y sentirnos cerca de nuestros seres queridos, parientes y amigos que ya fallecieron.
Si por sus ocupaciones aún no ha ido al cementerio, vaya hoy. Sus antepasados y usted se alegrarán.
Con mis condolencias a todas las familias de Valencia que están sufriendo los tremendos efectos de la Dana más fuerte del siglo.
Ingeniero/Todo es más fácil y más sencillo con sentido común