Hace un par de días, Fitch’s Ratings bajó la calificación de riesgo de los bonos del gobierno federal de Estados Unidos de AAA a AA+, lo cual significa que su apreciación de los riesgos de tener un bono de ese país ha aumentado. En los meses pasados, Fitch ajustó los riesgos de la deuda de El Salvador pero en el sentido contrario, mejorando la calificación. En estos casos, Fitch aplicó criterios inconsistentes, no porque el resultado de su análisis hubiera sido diferente (algunos países suben y otros bajan) sino porque los criterios para subir o bajar en estos casos fueron opuestos. El criterio aplicado a Estados Unidos era correcto; el aplicado a El Salvador era equivocado, precisamente por la misma razón por la que el de Estados Unidos era correcto.
Estados Unidos
Las circunstancias de ambos países eran similares en el sentido de que ambos países pasaron por un momento de crisis en el que era muy incierto si iban a caer en impago en una cierta fecha pero cuando llegó la fecha ambos pagaron. En Estados Unidos la duda del impago no provenía por falta de recursos. Los mercados internacionales estaban financiando continuamente al gobierno estadounidense a tasas de interés bajas en comparación con los promedios históricos. El problema venía de una crisis política, en la que el Partido Republicano se negaba a aumentar el límite de endeudamiento del gobierno federal mientras que las obligaciones de éste aumentaban diariamente de una manera automática por compromisos adquiridos anteriormente.
Estados Unidos había estado en circunstancias similares en 2011, y otra empresa de calificación de riesgos, Standard & Poor ́s, había rebajado la calificación del gobierno federal— la primera vez que esto había pasado en la historia. En 2023, ninguna evaluadora de riesgos rebajó la calificación a pesar de haber llegado casi al límite de lo permisible legalmente. Cuando ya faltaban sólo un par de días para alcanzar la fecha límite, el Senado eliminó temporalmente, hasta enero de 2025, el límite a la deuda. La deuda ha seguido creciendo a gran velocidad. El gobierno no ha tomado ninguna medida para controlar el crecimiento de la deuda. Entonces, aunque la fecha de posible impago ya había pasado, Fitch bajó la calificación de la deuda del gobierno federal.
La decisión de Fitch ha causado costos inmediatos. La tasa de interés de los bonos del gobierno federal está subiendo y es casi seguro que, si esta tendencia sigue, afectará las tasas de interés de otros sectores y países. La Secretaria del Tesoro la ha criticado porque está causando costos cuando el peligro inmediato ya ha pasado.
El argumento de la Secretaria no solo está errado sino que es peligroso, ya que interpreta los riesgos sólo en el sentido inmediato sin dar importancia a los de largo plazo, que son los que de pronto aparecen en el corto plazo, tan grandes que es difícil hallarles solución. Con esta calificación, Fitch está llamando la atención sobre un punto obvio: que, habiendo pasado la crisis, éste es el momento de desarrollar la capacidad de pago del gobierno, aumentando los ingresos, o bajando los gastos, y volviendo más flexibles ingresos y gastos.
El Salvador
En El Salvador, la duda del impago surgía de la falta de fuentes visibles de fondos para pagar en manos del gobierno. En la mayor parte de los casos, los deudores (del sector privado y público) que confrontan el pago de una cuota grande en sus deudas no acumulan fondos para pagarlos sino que refinancian el pago con nuevos créditos, conservando así el nivel total de la deuda. Para eso necesitan tener acceso a los mercados internacionales, que estén dispuestos a prestarles los fondos a tasa razonables de interés. El Salvador no tenía este acceso. Los intereses que El Salvador tendría que haber pagado por los fondos que necesitaba para pagar a tiempo los vencimientos que se le venían encima a principios de 2023 estaban entre 15 y 20% anual, intereses que quebrarían rápidamente al país. En estas circunstancias, Fitch bajó la calificación de El Salvador a la peor de América Latina, comparable a las de Venezuela y Argentina.
El Salvador pagó pero apropiándose de los fondos de pensiones y forzando a los bancos a que le prestaran una parte de importante de sus reservas internacionales, y dejando de pagar intereses a los ahorrantes de pensiones en los próximos años. Esto no solo causa un descalabro en los ahorros del país. Es equivalente a usar las joyas de la corona o a vender la hacienda para pagar un vencimiento de una deuda. No puede repetirse. Cuando venga el siguiente vencimiento, no habrá con qué pagar. Las pensiones y las reservas de los bancos ya estarán agotadas, el crédito del país no habrá mejorado, el riesgo de país habrá otra vez subido, y no habrá de dónde sacar el dinero.
Así, Fitch dio correctamente prioridad al desmejoramiento de la capacidad de pago como criterio para desmejorar la calificación de la deuda de Estados Unidos pero no basó la nueva calificación de El Salvador en el mismo principio. La mejoría que le dio, que no fue mucha en realidad, tendrá que echarla para atrás en el futuro cercano.
Manuel Hinds es Fellow del The Institute for Applied Economics, Global Health, and the Study of Business Enterprise de Johns Hopkins University. Compartió el Premio Hayek del Manhattan Institute de 2010.