Estimados colegas in fieri, he decidido escribirles esta carta abierta ya que si yo estuviera en sus zapatos y ante tantos y tantos desmanes que el gobierno está cometiendo contra la constitución, leyes secundarias, reglamentos, debido proceso y derechos humanos, lo menos que yo me estaría preguntando como estudiante universitario es “¿y para qué diablos estoy estudiando derecho para ser abogado en un país a donde los funcionarios públicos e instituciones de gobierno -principales llamados a cumplir la ley- son los primeros en irrespetarla?”.
Pues si se están preguntando eso, acá les comparto la única respuesta correcta: “porque el país los necesita”. El país necesita sangre joven y profesional, debidamente preparados académica y moralmente para enfrentar los retos que presentará el futuro próximo.
El Salvador necesita de jóvenes pensantes y críticos. Que cuestionen lo que escuchan y leen en redes sociales, y puedan ver más allá de memes y de lo que expresan 240 caracteres de Twitter. Que tengan la capacidad de analizar coherentemente, venciendo la terrible superficialidad de la constante y abrumadora propaganda oficial.
Que su formación les permita leer análisis técnicos sobre la situación política, social y financiera del país, y no se limiten a ver videos de gatitos, sino que utilizando los conocimientos adquiridos en el aula universitaria, estén en capacidad de cuestionar la información que un día si y otro también se hace circular en panfletos físicos y digitales por parte de las oficinas de propaganda.
Ellos trabajan 24/7 en la tarea de manipular la mente de los ciudadanos para convertirlos en un ente masivo y unificado generador de “retuits” y “likes”, reduciéndolos a una especie de “rebaño digital”, a una máquina biológica generadora de aplausos para celebrar cualquier ocurrencia del oficialismo, por muy disparatada que sea.
Nuestro país requerirá dentro de poco de jóvenes éticos, educados para resistir la tentación del “triunfo fácil” que proviene de obtener compensaciones económicas bajo la forma de un salario por ser aprieta-botones en la Asamblea Legislativa u obedientes firmadores de resoluciones en los que antes se conocieron como “Tribunales de Justicia”.
Que sean capaces de resistir la tentación de renunciar, por un cheque, a tener criterio propio, prestándose a salir repitiendo consignas impuestas desde arriba o a defender lo indefendible en televisión nacional. Sabiendo que deben mentir impunemente y sin ruborizarse, solo por que esa mentira o juego sofista de ideas o palabras, conviene al patrón de turno. Necesitamos profesionales que no olviden lo que es la ética en el ejercicio del Derecho, que no vendan su alma por treinta monedas.
Necesitamos jóvenes que entiendan que está en sus manos y es de su responsabilidad actuar como verdaderos juristas, y por ello es su responsabilidad la correcta aplicación de las leyes cuando asumen el cargo de funcionarios públicos miembros del Órgano Judicial, Ministerios, Autónomas, Corte de Cuentas, Probidad, Policía Nacional Civil, Fiscalía General de la República, Dirección General de Impuestos Internos y Aduanas, y demás entidades que de una u otra forma imparten justicia o aplican las diversas leyes y reglamentos.
Necesitamos nuevos jueces, que estén listos para aplicar el derecho a los culpables de corrupción, violación al debido proceso, resoluciones ilegales o inconstitucionales, acoso a opositores y mujeres, encarcelamiento sin justa causa, que llevan a cabo personajes quienes -hoy por hoy- se sienten invencibles e intocables, emborrachados de poder, pensando que esa popularidad y poder político que ahora ostentan, permanecerá para siempre.
Llegará el momento de que ellos sean juzgados. Por ello, necesitaremos de nuevos Jueces que hagan saber al pueblo que la Constitución y los diferentes códigos son ejecutables y merecen respeto y no son simples papeles mojados con tinta. Jueces que cumplan con su juramento de cumplir y hacer cumplir la constitución y la ley, manteniéndose firmes en su independencia y objetividad.
Sé que vivimos tiempos oscuros, pero aún la oscuridad pasa. Sigan estudiando Derecho jóvenes, es la patria la que ahora se los pide. Recuerden: ser académico y aspirar a vivir en un Estado de Derecho, en estos tiempos, no es otra cosa más que un acto de rebeldía.
Abogado, Master en leyes @MaxMojica