La noticia pretende demostrar el interés de las autoridades universitarias para permitir a jóvenes de los sectores más desfavorecidos del país acceder a la educación superior. Los bachilleres de institutos nacionales de los 91 municipios en extrema pobreza podrán ingresar a la Universidad Nacional sin hacer el examen de admisión. Iniciativa vigente desde el 2014 que han aprovechado unos 3,000 estudiantes. La noticia no incluye datos que demuestren el éxito de tal medida, pero explica que los beneficiados deberán tener calificaciones de 7.
¿Cuántos de los 3,000 ingresados lograron terminar la carrera? ¿Cuántos han encontrado trabajo en su área de especialidad? ¿Cuáles fueron las carreras elegidas por los beneficiados? ¿Existen datos que reflejen la calidad de su ortografía? ¿Se midió su inteligencia emocional?
Miles de estudiantes ingresan a la UES y la nota para pasar el examen de admisión es 3, aunque muchos que no logran esa nota tienen derecho a una segunda oportunidad. Existió dentro de la UES el grupo MENA, (Movimiento de Estudiantes no Admitidos) que exigía ingresar alegando su derecho constitucional a acceder a la educación gratuita ofrecida por el Estado. Esta interpretación puede tomarse como un incentivo perverso, ya que en todos los países del Primer Mundo se realizan exámenes y pruebas psicológicas que definen la capacidad del candidato para ingresar a la universidad, y otros tienen la opción de optar por una carrera técnica, de las que tan necesitados estamos en el país.
Aquí priva el error de que el técnico es un profesional de segunda clase, cuando se conocen los éxitos de jóvenes técnicos, en prestigiosas empresas. Y los cientos de licenciados graduados, pero incapaces de aspirar a un trabajo bien remunerado, en un mundo globalizado, exigente y competitivo, que al frustrarse, llegan a engrosar esa masa, cada vez más creciente, de resentidos sociales.
No pretende este artículo desprestigiar a bachilleres egresados de institutos nacionales, ya que durante mis doce años en la ESEN como Directora de Estudiantes visité la mayoría de institutos nacionales de las cabeceras departamentales, invitando a los bachilleres a presentarse al examen de admisión. Hubo muchísimos que ingresaron, aprovechando la ayuda económica que necesitaban por sus condiciones de pobreza, y se graduaron demostrando su esfuerzo y capacidad académica y hoy son parte de los casi 2,000 graduados de la ESEN que constituyen la fuerza laboral activa que está sacando adelante a nuestro país.
Es evidente el desprecio del gobierno de Bukele por la educación. Cientos de escuelas abandonadas, falta de compromiso con los maestros en cumplirles con sus derechos salariales y el cada vez más escaso presupuesto de Educación, que deja a las escuelas sin fondos para operar, dejando a los maestros la responsabilidad de comprar de su bolsillo y con ayuda de los padres de familia, el material didáctico más elemental para poder trabajar.
Recientemente, el MINED anunció el cierre de las aulas estacionarias del Hospital Bloom, que además de atender a pacientes ingresados, recibe a los que sufren de enfermedades crónicas y atención especial, como epilepsia, trastornos de desarrollo intelectual, problemas cardíacos y anorexia. El Ministerio y la Primera Dama han ordenado a los padre de esos niños enviarlos a partir del 20 de mayo a otras escuelas, ya que la de Bloom no tienen razón de darles este servicio pues la nueva Ley Crecer Juntos facilita la inclusión.
Resulta una crueldad hablar de leyes Crecer con Cariño y Crecer Juntos cuando hay miles de madres inocentes, encerradas en centros de reclusión debido al estado de excepción, que han tenido que abandonar a sus hijos en manos de abuelas y parientes, y sin el apoyo económico que ellas aportaban con su trabajo, para sacarlos. Triste celebración del 10 de mayo tuvieron estas pobres madres.
Maestra.