Miles de civiles de Alemania Oriental derribaron los bloques que componían el famoso “Muro de Berlín”, símbolo de la opresión comunista, usando picos, martillos y todo lo que lograra su eliminación, entre el 9 y el 10 de noviembre de 1989, después de 28 años de haber sido erigido por los soviéticos, dividiendo a Germania.
Esta acción fue una señal inconfundible de cómo se conquista la democracia gracias a lo que se denomina “sociedad civil”: todos aquellos grupos u organizaciones de personas que no integran el aparato estatal ni los partidos políticos. Se dice también que son aquellas personas que se organizan en unidades productivas por iniciativa propia, con el objetivo de encontrar soluciones a las necesidades del grupo, es decir, las ONG, las iglesias, los gremios, los sindicatos y las universidades.
Desde el siglo pasado, la sociedad civil ha tomado una actitud crítica y detractora hacia las acciones del Estado y los partidos políticos, sin que, y debe enfatizarse, sus argumentos siempre posean certeza.
En todo Estado democrático debe existir un aparato estatal, los partidos políticos y la sociedad civil, porque a esta última pertenecen todos los ciudadanos que tienen el derecho y deber de participar en el proceso de discusión de las decisiones estatales sin que pertenezcan a partidos políticos.
Cuando una organización de ciudadanos tiene como objetivo lograr el poder y control político, deja de ser civil para transformarse en partido político.
Le toca a la sociedad civil luchar para que los partidos políticos cumplan los roles para los cuales fueron configurados, así como aquellas instituciones gubernamentales que son esenciales para que se dé el juego democrático de una forma legal y transparente, como es el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Por más decepcionados que nos sintamos de los partidos políticos, es obligación de la sociedad civil el trabajar para que ellos eliminen (como ideario permanente) sus defectos o que se formen otros que verdaderamente respeten el juego democrático. Por el bien de la sociedad civil, el juego democrático debe darse.
Sin embargo, la participación de los ciudadanos en las actividades civiles o en las políticas es tímida y pusilánime. Por otro lado, muchos partidos políticos tienen conductas clientelistas y viciadas, monopolizando la representación, centralizando el poder.
La situación de la política nacional y sus efectos en las áreas económicas y sociales, exigen que los ciudadanos con características de liderazgo participen en la vida política del país e incentiven a otros a hacerlo, de tal manera que se rescate la democracia y la república.
Es de vital importancia señalar que para participar en la vida política también es necesario que los ciudadanos interesados se preparen intelectualmente para ello, estudiando y formándose, para que su intervención sea de calidad, para que se cuente con los conocimientos pertinentes que contribuyan a la generación de las mejores decisiones y acciones que afectaran la vida de toda una colectividad.
Es decir, para que no se vuelvan a dar las grandes fallas que se han cometido desde hace 40 años en nuestro país, al grado fatal de haberlo conducido por los tortuosos caminos en los que nos encontramos actualmente todos los salvadoreños que vivimos en este territorio, donde hay diputados que levantan la mano para votar y después piden copia del decreto pues no lo conocían o lo que es peor aún, que han destruido la república al retirar a la Sala de lo Constitucional legítima y aprobar los decretos que emite el Ejecutivo con dispensas de trámite.
Por ende, la participación política de la sociedad civil tiene un papel fundamental para exigir la perfección en las decisiones estatales y del juego democrático donde una de sus plataformas es el respeto a las leyes y a los derechos humanos de los habitantes del país. Otra plataforma es la promoción del desarrollo social y económico para que se logre bienestar para todos los elementos de la sociedad.
Estamos inmersos en un torbellino oscuro sin saber hacia dónde nos dirigimos, aunque estamos seguros que no es a un buen lugar; debido a egoísmos individuales o de grupo, la falta de conocimientos y experiencia para ejercer los cargos gubernamentales, la violentación de los derechos humanos de los salvadoreños, el ejercicio de autoritarismo por funcionarios de diversos grados, la representación pública, vulgar y decadente ante la comunidad internacional y las instituciones públicas que no pueden o no quieren resolver las necesidades de los ciudadanos a pesar de los impuestos que pagan.
Por consiguiente, con la pérdida de la confianza en la mayoría de partidos políticos, es momento en que la sociedad civil debe sentirse obligada a participar activamente en la vida política del país. ¡Hasta la próxima!
Médica, Nutrióloga y Abogada
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