Por Durante los últimos meses, El Salvador ha sido gobernado bajo un régimen de excepción. Este ha sido calificado cómo un “éxito” e incluso no es extraño encontrar en redes sociales publicaciones presumiendo de los famosos días con “cero homicidios”. Sin embargo, vivimos una situación de escasa transparencia de parte del Gobierno, lo que hace que nos cuestionemos la veracidad de estas cifras. El desconocimiento de la verdadera situación del país no solo genera incertidumbre, sino que también nos sitúa en una posición vulnerable ante un poder político que es capaz de distorsionar la realidad y meternos en una ilusión.
En los primeros cinco días de octubre se contabilizaron ocho homicidios en nuestro país, de los cuales se excluye a las personas asesinadas en centros penales. Sin embargo, aun así, el cinco de octubre, a través de Twitter, el presidente se jactó de “un día más con cero homicidios”. Toda esta propaganda busca que la población se crea un falso panorama de lo que en realidad sucede en el país en materia de seguridad nacional. No debemos ignorar los acontecimientos que nosotros los salvadoreños vivimos día a día por confiar en un discurso político. Los robos, extorsiones, amenazas, violencia sexual, entre otros no han desaparecido. Vivimos en una sociedad violenta, tanto así que hemos llegado a normalizarla. Los datos de homicidios ya no nos parecen alarmantes, vemos números no personas. Hemos internalizado tanto el “ver, oír y callar” que si vemos algún tipo de injusticia o agresión elegimos mirar a otro lado. Encubrir toda esta violencia social bajo un discurso político que a parte de populista es falso y perjudica gravemente a la población.
La violencia es un problema latente de la sociedad salvadoreña y es por eso por lo que requerimos la información adecuada y pertinente para poder hacerle frente. La población necesita estar informada sobre la realidad nacional. Deberíamos tener organismos que de manera objetiva e imparcial nos den estadísticas e informes verídicos sobre la realidad nacional. No se puede curar ninguna enfermedad sin conocer el estado del paciente. Asimismo, no podemos hacer frente a la violencia sin conocer sus raíces, sus efectos, sus estadísticas. Es por esto por lo que es nuestra obligación como salvadoreños exigir datos reales. No podemos continuar fingiendo que los días con cero homicidios son nuestra realidad cuando la mayoría de nosotros evitamos salir de noche o ir a ciertas zonas porque sabemos del peligro existente.
En concreto, El Salvador sigue siendo un país violento. Enfrentamos violencia de distintos tipos y niveles, pero sigue siendo parte de nuestro día a día. Claramente esto debe cambiar y para que eso pase lo primero que requerimos es conocimiento. No podemos permitir que como ciudadanos se nos siga negando nuestro derecho a la información. No es posible que los datos que la gente considera fiables provengan de un simple tuit. La realidad que vivimos es completamente diferente a la que presentan el presidente y su gabinete a través de redes sociales. Llamemos a la propaganda del gobierno lo que es, una farsa.
Estudiante de Ciencias Jurídicas
Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)