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En la tribulación Jesús nos enseña a tener fe

La muerte de un tan solo salvadoreño debe hacernos reflexionar que la muerte es cualitativa y no cuantitativa; no se puede decir que todo está bien, en mis adentros quisiera abordar un tema diferente a lo que usted lee, pero mi silencio sería cómplice de esta barbarie que nos azota

Por Salvador Gómez

Valdrá la pena que sea esta época religiosa la base para que todos los salvadoreños realicemos una profunda y sincera reflexión sobre todo lo que acontece a nuestro alrededor y dejar tantos ritos externos para volvernos agentes de cambio ante una realidad demasiado dura como la que vivimos.

No podemos llamarnos católicos, evangélicos o pertenecer a otras denominaciones religiosas si vemos el dolor y el sufrimiento del otro como algo que no nos atañe, que no nos afecta cuando ante nuestros ojos estamos viendo cómo literalmente “nos matamos”. Lo que sucede en nuestro país es grave; sin embargo, no hay nada que estruje el corazón del salvadoreño y, por ende, ese cambio debe venir de nuestro interior y no esperar que sea el cura, el psiquiatra o las autoridades quien nos encarrilen en las vías de ser mejores cada día.

Todos tenemos uno o varios ámbitos y debemos exigirnos a dar lo mejor a nuestro prójimo, no importa la trinchera que ocupemos y ante el odio debe prevalecer el amor, ante la violencia debe reinar la paz, ante la mentira es la verdad la que debe ganar; vivimos en medio de una violencia acostumbrada y aparte de la oración debemos ser dóciles para reflexionar qué deseamos para nuestra patria; ¿cómo queremos que vivan nuestros hijos, si en un ambiente de paz o de un infinito odio?; ¿cuándo perdimos el rumbo? y debemos buscarlo con muchísimo afán para que nuestra sociedad no sufra más; ¿dónde están nuestros valores que un día hicieron grande a este país y a la familia salvadoreña?; ¿por qué hemos llegado a tolerar una violencia enfermiza?

Todos debemos buscar las respuestas y ser sinceros ya que solo así podemos cambiar el rumbo que el país ha tomado; no hay excusas, parece que el dolor y el sufrimiento ganan la batalla.

Poco a poco las causas que llevaron a la guerra civil se vuelven a visualizar y somos más los buenos que los malos y debe ser responsabilidad de cada salvadoreño no permitir jamás otro conflicto armado y eso lo podemos lograr si revisamos.

Si reflexionamos sobre nuestro diario vivir, vale la pena preguntarse ¿qué hacemos por el país? ¿Qué enseñamos a nuestros hijos? ¿Valores o anti valores? ¿Por qué nada nos afecta?... y tantas preguntas que debemos hacernos cada día y no esperar una fecha religiosa para creer que la historia y tragedia que vivimos se cambiará debe ser el esfuerzo de cada salvadoreño para que, vivamos en el país que merecemos.

Estamos hartos de tanto odio, de revanchismo, de muerte, de dolor y erradicar esas pestes no depende de una persona, sino que debemos involucrarnos y luchar con denuedo, con hidalguía y humildad para contrarrestar lo que el país sufre; la meditación, la oración y la reflexión deben ser nuestras aliadas para un El Salvador donde todos, sin distinciones de clases salgamos adelante.

La muerte de un tan solo salvadoreño debe hacernos reflexionar que la muerte es cualitativa y no cuantitativa; no se puede decir que todo está bien, en mis adentros quisiera abordar un tema diferente a lo que usted lee, pero mi silencio sería cómplice de esta barbarie que nos azota; entender el verdadero sentido de la Semana Santa, que todos seamos ese Jesús que resucita y que, busca a sus hermanos, a sus padres, a sus cercanos para que, juntos, construyamos un país donde el orgullo por nuestras autoridades y nuestras iglesias sea fuente de una dicha plena y no, ese silencio que parece ser el común denominador.

Nadie dice nada, todos callamos, el mal grita, el amor y la fe, se esconden y se pierden. Que esta Pascua de Resurrección sea ese partir de cero para ser cada uno mejor.

Predicador Católico.

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Cristianismo Opinión

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