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Domingo de Ramos, ¿dónde está nuestra humildad?

Lo menos que demostramos es mansedumbre y humildad; al contrario, en esta sociedad violenta parece que el asno no es nuestro animal preferido, sino el caballo, el carro más caro, más fuerte, más llamativo

Por Ricardo Lara
Médico

El Domingo de Ramos es una celebración religiosa en la que la mayoría de las confesiones del cristianismo conmemora la  entrada de Jesús en Jerusalén, dando inicio a la Semana Santa.

  El párrafo anterior es claro y debemos preguntarnos ¿cuándo entró Jesús a nuestras casas? ¿Cuándo entró Jesús a nuestra sociedad? ¿Cuándo entro Jesús en nuestro país? Parece que semanas santas van y vienen, ritos externos, procesiones, vía crucis y demás actividades de índole religiosa. ¿Es nuestro cuerpo y nuestro corazón un pequeño Jerusalén?

 Todo lo vemos desde lejos, parece que vivimos del pasado, de lo ocurrido hace miles de años y tan sencillos y conformes somos que adoramos al Jesús de hace siglos, queremos agradar a Dios con nuestras tradiciones, pero  olvidándonos de nuestros hermanos. ¿Y los reos en las cárceles no son hijos de Dios? ¿O por estar presos perdieron hasta el derecho a tener un acercamiento con Dios en estas marcadas fechas? ¿Qué acaso la política no compete también a la Iglesia? Pues aquí parece que todo está bien, una sociedad presta a abarrotar playas, lagos, ríos, montañas y todo aquello que conlleve desenfreno, pero que aún estando allí podemos ser diferentes y comportarnos diferentes.

La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la Ciudad Santa expresa la manifestación como Rey y como Mesías. Mateo observa en la presencia del asno atada con su borrico al lado el cumplimiento de la profecía de Zacarías. El asno, que fue una antigua montura de príncipes, fue sustituido más adelante, en la época de la monarquía israelita, por el caballo, que representa mejor una manifestación de poder. Por eso, la profecía de Zacarías, con el asno, daba el significado de que Jesús venía como un rey de paz que triunfa no con armas ni violencia, sino con humildad y mansedumbre. Jesús buscó una asna, en una franca señal de humildad y mansedumbre, pudo haber cabalgado el animal más fuerte y poderoso, pero no, prefirió tomar el camino que agrada al Padre y con un corazón puro entró a Jerusalén. Y nosotros, ¿cómo actuamos en la sociedad salvadoreña?

Lo menos que demostramos es mansedumbre y humildad; al contrario, en esta sociedad violenta parece que el asno no es nuestro animal preferido, sino el caballo, el carro más caro, más fuerte, más llamativo. ¿Será que esto agrada a Jesús? No lo creo, no somos mansos ni humildes, somos violentos y debe esta lectura hacernos partícipes activos de vivir una Semana Santa agradable a Dios, montar en nuestro asno y en la mayor discreción, sigilo y silencio, ser centuriones que sirven a Dios y que, entendamos que el Domingo de Ramos es un día de júbilo, es cuando Jesús entra a Jerusalén con la mayor humildad posible.

 ¿Cómo entramos en nuestras oficinas? ¿Cómo entramos a un restaurante? Entramos con soberbia, con altanería; sin embargo, lo anterior solo demuestra que no vivimos la Semana Santa como a Dios agrada.

Una sociedad de “fechas y ritos”

 ¿Cómo es posible creer que repetir cada año el mismo silencio, un rostro de piadosos, comer determinados alimentos evitando otros sea coherente con la vida del cristiano (católico o evangélico, ambos son cristianos nominalmente)? Ser un cristiano coherente es sobre todo “amar a tu prójimo como a ti mismo”. Si apenas cumpliésemos tal mandamiento, el cual a mí me es difícil de cumplir, no dudo ni por un segundo que el mundo fuera diferente, con olfatear donde hay necesidades y  ayudar a solucionarlas nos daría un lugar especial no en una misa sino en el corazón de Dios; sin embargo, preferimos el rito, cánticos por acá y por allá mientras preparamos a desaparecernos toda la semana a donde sea que nos apunte la nariz y la billetera.

Será Semana Santa una de las épocas en que más vacías se encuentran las iglesias, mientras ríos de alcohol y banquetes ensucian nuestras almas; realmente es para reflexionar pues la mansedumbre del asno es lo que agrada a Dios y no el ego del mundo. Dios lo aborrece. Vale la pena preguntarnos ¿de qué lado estamos? Entender que Domingo de Ramos nos llama a la humildad y, como diría San Josemaría Escrivá en su libro Camino sobre la humildad en el punto 598, ¡qué grande es el valor de la humildad! Por encima de la fe, de la caridad, de la pureza inmaculada, reza el himno gozoso de nuestra madre en casa de Zacarías: “Porque vio mí humildad, he aquí que, por esto, me llamaran bienaventurada todas las generaciones”.

Por un inicio de Semana Santa con propósito de humildad.

Médico.

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Cristianismo Opinión Semana Santa

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