Durante la transmisión de la cadena nacional de radio y televisión del 15/09/2022, hubo escasas tomas de los asistentes. Inconfundible la figura de la Embajadora de la República Popular de China, quien apropiadamente omitió aplaudir las palabras del Confeso Dictador, que los demás aplaudían entusiasmados cada vez que el discursante, a ese propósito, hacía una pausa. El Fiscal se unía a los aplausos, pero notando que su vecino, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, con ceño fruncido y cara empurrada se abstenía, decidió imitarlo. Incluso cuando los asistentes mostraron toda su euforia y vulgaridad, parándose, aplaudiendo, vivando y gritando “reelección”, ambos funcionarios permanecieron sentados, quietos y en silencio.
No sé si Monseñor Escobar Alas participó en esa nefasta reunión. Pero los diputados y seguidores cian interpretaron sus últimas y desafortunadas declaraciones dominicales en el sentido que también aplaude y secunda la posición inconstitucional del Confeso Dictador. Y la “aclaración” posterior que Monseñor ha dado, enturbió aún más sus palabras iniciales. Ojo a una de sus frases: Monseñor no tiene por qué dar opinión sobre la constitucionalidad o no de cualquier situación. Muy cierto, tiene razón.
Pero es imperativo que oigamos su voz en los temas de nación. ¿Cómo? Juzgándolos, analizándolos e iluminándonos sobre lo que estamos viviendo, basándose en la Palabra de Dios, en los Evangelios, en la Tradición, que precisamente para ello se formó como sacerdote.
Por ejemplo, juzgar si, como pueblo, hemos mutado de un fanatismo histérico a una idolatría, ese pecado (esa palabra ya no se usa, no es políticamente correcta) que Dios, siendo todo amor, odia y castiga severamente. Me entra esa duda porque escuché que una diputada cian publicó que “ni Dios” podrá evitar que el Confeso Dictador continúe como presidente, supongo que de por vida. Pero no sólo ella, pobre ilusa, está ciega por la idolatría; es un rebaño completo al que, mediante el bombardeo diario, permanente, de propaganda que alaba y glorifica al Confeso Dictador, les han bloqueado la inteligencia y colmado el corazón de odio a todo aquello que dicho personaje no tolera. Y por defender esa nueva cuasi religión, llenan el ambiente de una irrespirable violencia verbal, que en cualquier momento podrá tornarse violencia física.
Existen infinidad de abogados para ilustrarnos sobre la Constitución. De lo que carecemos y necesitamos es que nos recuerden las consecuencias reservadas a los soberbios, a quienes detentan algún tipo de autoridad y la utilizan para el mal, a quienes no dudan en causar daño, si eso les conviene para alcanzar sus objetivos, a quienes incumplen sus deberes y juramentos. ¡Hay tantísimos ejemplos en la Biblia, el libro que tiene todas las respuestas, aplicables a lo que nuestro país está viviendo! Adicionalmente, Monseñor dentro de su vasta formación, habrá leído el libro del sacerdote Robert Hugh Benson, “Señor del Mundo”, publicado en 1903, prediciendo la situación de la Iglesia y del mundo un siglo después. Guardando las distancias, hay muchas y terribles similitudes con lo que estamos viviendo, en el mundo entero y, por supuesto en nuestro país. Y eso, no sorprende, ¡aterra!
Somos una grey dividida, engañada, confundida, urgentemente necesitada de un pastor que nos guíe, fortalezca y defienda del grave peligro que nos acecha. Un pastor que no trance con el lobo.
Soy salvadoreña, católica y escribo esta columna con inmenso dolor.
Empresaria.