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Justicia sin sobornos

El dinero obtenido como recompensa por hacer lo injusto se termina. Todo lo que el hombre siembra lo cosecha y, cuando eso sucede, la familia se llena de dolor ante las consecuencias que toda acción injusta trae.

Por Mario Vega

«Justicia, justicia perseguirás», fueron las palabras de Moisés al hablar sobre la equidad y el trato justo hacia los demás. Con ello, resaltó la importancia que la justicia tiene para Dios y debe tenerla también para su pueblo. Dirigiéndose a los jueces les advirtió: «Tendrás que juzgar al pueblo con justicia. Por ninguna razón tuerzas la justicia ni muestres parcialidad. Jamás aceptes un soborno, porque el soborno nubla los ojos del sabio y corrompe las decisiones de los íntegros. Que siempre triunfe la justicia verdadera» (Deuteronomio 16:18-20). Después de proclamar los Diez Mandamientos, también dedicó bastante esfuerzo a legislar sobre el tema de la justicia para colocarlo como eje central de su sistema de convivencia. «No aceptes sobornos, porque el soborno te lleva a hacerte de la vista gorda en aquello que ves con claridad. El soborno mueve incluso a una persona justa a tergiversar la verdad» (Éxodo 23:8). Esta declaración destaca la influencia corruptora del soborno y su capacidad para distorsionar la percepción de la verdad y la justicia.

La paz solamente puede nacer y crecer entre personas justamente tratadas. De allí que la sociedad debe tomar medidas para garantizar que los débiles tengan asegurada su dignidad. Si Dios es justo, se espera que sus seguidores también practiquen la justicia, en especial los encargados de impartir justicia. En muchos pasajes la Biblia enfatiza la responsabilidad de los jueces de buscar la verdad, defender a los oprimidos y tratar a los demás como a ellos les gustaría ser tratados.

La justicia es considerada un atributo divino y un principio fundamental para mantener la armonía en la sociedad. La Biblia enfatiza la importancia de una justicia independiente y honrada como un principio crucial para mantener la equidad. La justicia es la base de la paz y muchos pasajes advierten contra el soborno y exigen una aplicación justa de la ley. En la colección de los dichos sabios del libro de Proverbios se exhorta: «Habla a favor de los que no pueden hablar por sí mismos; garantiza justicia para todos los abatidos. Sí, habla a favor de los pobres e indefensos, y asegúrate de que se les haga justicia» (31:8-9).

El impacto negativo de la codicia no solo afecta el discernimiento de los jueces sino también su entorno, particularmente su familia. Tal como los Proverbios lo expresan: «El avaro causa mucho dolor a toda la familia, pero los que odian el soborno vivirán» (15:27). El dinero obtenido como recompensa por hacer lo injusto se termina. Todo lo que el hombre siembra lo cosecha y, cuando eso sucede, la familia se llena de dolor ante las consecuencias que toda acción injusta trae.

El profeta Isaías también levantó la voz en la misma introducción a su libro para afirmar: «Aprendan a hacer el bien. Busquen la justicia y ayuden a los oprimidos. Defiendan la causa de los huérfanos y luchen por los derechos de las viudas» (1:17). Más adelante también recuerda: «Los que absuelven al malhechor por soborno y le quitan al justo lo que le pertenece, recibirán su merecido» (5:23). Esta advertencia resalta las consecuencias negativas que enfrentarán aquellos que participan en prácticas corruptas para torcer el derecho.

Al coro de profetas también se suma Miqueas quien recuerda: «Oh pueblo, el Señor te ha dicho lo que es bueno y lo que él exige de ti: solamente hacer justicia, que ames la compasión y que camines humildemente con tu Dios» (6:8). En el Nuevo Testamento, Jesús también abordó indirectamente la cuestión del soborno al ir a la raíz del asunto: el amor al dinero. Mateo recoge su enseñanza sobre la honestidad y la integridad: «Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero» (6:24). Jesús priorizó los principios éticos sobre la búsqueda desmedida de ganancias.

La aceptación de sobornos distorsiona el proceso judicial y favorece a los poderosos. De esa manera se socava la confianza en las instituciones judiciales y se crean desigualdades. La búsqueda de la justicia sin sobornos no solo refleja la voluntad divina, sino que también contribuye a la construcción de comunidades justas y éticas.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.

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Cristianismo Lucha Contra La Corrupción Opinión

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