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El fin de la reina

Fue el fin de un tiempo difícil en que el que se disputó la supremacía del único Dios y cuando los valores de verdad y justicia se enfrentaron a la manipulación y la mentira.

Por Mario Vega

Jezabel nació en cuna de oro. Era una princesa fenicia, hija del rey de los sidonios. En su juventud fue dada como esposa para casarse con el rey Acab de Israel. El matrimonio selló una alianza en la que ambos reinos se complementaron económica y militarmente. Igual que sus padres, Jezabel no solo era una seguidora del culto al dios Baal, sino que, de acuerdo con Josefo, una sacerdotisa. Al casarse con el rey Acab, actuó como heredera de una cultura monárquica absolutista en la que su padre, el rey de Sidón, tenía poderes sagrados sobre el pueblo.

Desde ese contexto se comprende la decisiva influencia que ejerció sobre su marido. La Escritura atesta: «Nunca hubo nadie como Acab que, animado por Jezabel su esposa, se prestara para hacer lo que ofende al Señor. Su conducta fue repugnante, pues siguió a los ídolos, como lo habían hecho los amorreos, a quienes el Señor expulsó de la presencia de Israel» (1 Reyes 21:25-26). La Biblia presenta a Jezabel como responsable de las prostituciones y hechicerías vinculadas al culto a los baales. Ella no solo promocionó y financió el culto pagano, sino que persiguió a muerte a los profetas del Señor, especialmente a Elías.

Hasta el presente, el nombre de Jezabel es usado, sobre todo en el mundo occidental, como un sinónimo de infidelidad, depravación y perversidad. La Biblia cristiana la recuerda en el libro de Apocalipsis como signo de corrupción actuando en contra de los siervos del Señor. Haciendo uso de sus ideas absolutistas y religiosas, elaboró el plan para asesinar a Nabot con el propósito de que su marido el rey se quedara con su propiedad. La vemos actuar con toda frialdad e inhumanidad hasta lograr su objetivo. Fue en esa ocasión que el profeta Elías pronunció sentencia contra ella: «Los perros se la comerán junto al muro de Jezrel».

El primero que murió fue Acab, herido por una flecha fortuita en el campo de batalla. Los perros lamieron su sangre conforme a la palabra dicha por el Señor. Mientras tanto, Jezabel continuó por los siguientes 12 años como reina madre, durante los reinados de sus hijos Ocozías y Joram. Parecía que la profecía de Elías solo se cumpliría en la parte referida a Acab. Pero todo cambió cuando se produjo la gran revolución yahvista inspirada por las enseñanzas de Elías y Eliseo y encabezada por Jehú. Éste, después de eliminar al rey, se dirigió a Jezrel, donde se encontraba Jezabel. Ella se maquilló y arregló su pelo. Luego se asomó por la ventana cuando Jehú se acercaba y le habló en un último intento por ejercer su debilitado poder. Pero un par de eunucos insatisfechos la empujaron por la ventana y su sangre salpicó los muros. Entonces Jehú la atropelló con sus caballos. Un rato después, dio la orden de que la enterraran. Pero lo hombres solo encontraron el cráneo, los pies y las palmas de las manos. Se lo informaron a Jehú quien dijo: «Se ha cumplido la palabra que el Señor dio a conocer por medio de su siervo Elías, que dijo: “En el campo de Jezrel los perros se comerán a Jezabel.” De hecho, el cadáver de Jezabel será como estiércol en el campo de Jezrel, y nadie podrá identificarla ni decir: “Ésta era Jezabel”».

Este fue el fin de la familia de Acab y de su intento absolutista de imponer el culto de Baal. La venganza de Jehú fue terrible y sangrienta, retribuyéndole con creces la semilla de violencia y abusos que había sembrado. Fue el fin de un tiempo difícil en que el que se disputó la supremacía del único Dios y cuando los valores de verdad y justicia se enfrentaron a la manipulación y la mentira.

Corolario: «¿Acaso pueden los líderes injustos afirmar que Dios está de su lado, los líderes cuyos decretos permiten la injusticia? Se unen contra los justos y condenan a muerte a los inocentes. Pero el Señor es mi fortaleza; mi Dios es la roca poderosa donde me escondo. Dios hará que los pecados de los malvados se tornen contra ellos; los destruirá por sus pecados. El Señor nuestro Dios los destruirá» (Salmo 94:20-23).

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.

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Cristianismo Lucha Contra La Corrupción Opinión

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