El Apóstol San Pablo nos recuerda la misión que tenemos los padres y las madres de familia.
“Padres, no exasperen a sus hijos, sino fórmenlos más bien mediante la instrucción y la exhortación según El Señor” (Ef 6,4)
La misión es clara y especifica:
“Formar a los hijos según lo que hemos aprendido de El Señor”
Y el Apóstol nos da además la metodología que tradicionalmente hemos usado:
“La instrucción, la exhortación e incluso la corrección” y en algunos casos ha funcionado dando como resultado unos hijos bien formados que son el orgullo de sus padres, pero en otros casos los padres experimentamos la frustración de ver que muchos de nuestros hijos no están poniendo en practica los principios y valores en los que nos hemos forzado por instruirlos y en el peor de los casos viven en muchos aspectos de una manera contraria a la enseñanza que les hemos transmitido; ¿Qué podemos hacer?
Aceptarlos y amarlos, así como son para luego intentar de nuevo formarlos y guiarles en el camino de la vida en plenitud que Dios quiere darles; este fue el método que le dio resultado al padre del hijo prodigo. (Cf Lc 15,11+)
Ese padre seguramente se había esforzado por instruir, exhortar y corregir a sus hijos según la enseñanza de Dios,pero su hijo menor se marcho de la casa y vivió como “un libertino” es decir, vivió de una manera contraria a la instrucción recibida.
Pero como todos sabemos un día al verse fracasado decididovolver a la casa del Padre, este tuvo la oportunidad de poner en práctica el método de “amar para formar” San Lucas nos dice:
“Lo vio su padre y conmovido, corrió, se hecho a su cuello y le beso efusivamente” … Luego dijo efusivamente a sus siervos: “traigan el mejor vestido y vístanlo, pónganle un anillo en sus manos y unas sandalias en sus pies y celebremos una fiesta… (Cf Lc 15,20-23)
Con todos esos gestos y expresiones de amor, el padre estaba diciendo: “Hijo, yo te amo, así como eres, así como estás, pero quiero que te veas vestido con la dignidad que tienes y ocupa el lugar que tienes a mi lado".
Amar de esa manera no es premiar a los hijos por los errores cometidos es mas bien una nueva manera de exhortarlos con el fin de hacerlos volver al camino recto del que nunca debían haberse apartados cualquier persona puede decirnos: “Deje a su hijo o hija que sufra las consecuencias de los errores cometidos”. Tienen razón lo que no tienen es el amor de ayudarlo a levantarse y volver a comenzar.
La nueva etapa que les falta por vivir con la esperanza de que tengan un final feliz en su vida.
Esto solo es posible si hacemos de lado nuestro orgullo, nuestra frustración y nos llenamos del amor de Dios que nos dice:
“En cuanto al malvado, se aparta de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, vivirá sin dudas, no morirá. Ninguno de los crímenes que cometió se le recordará más; vivirá a causa de la justicia que ha practicado. ¿Acaso me complazco yo en la muerte del malvado – oráculo del Señor Yahvé – y no más bien en que se convierta de su conducta y viva?” (Ezequiel 18, 21-23)
Ser padres o madres es no renunciar a la misión de educar, formar, instruir, exhortar y corregir a nuestros hijos, pero sobre todo renunciar a amarlos a pesar de todo y deseando que tengan un mejor final en sus vidas.
Los padres estamos llamados a formar a nuestros hijos, pero sobre todo a reflejar el amor de Dios que como dice el Papa Francisco:
“Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar 'setenta veces siete' (Mt 18,22) nos da ejemplo: El perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante! (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium #3)
Tanto los padres exitosos en la misión de formar a los hijos como los hemos tenido que volver a intentarlo y sobre todo los que están a punto de comenzar su tarea educativa como padres o madres debemos tener presente que un verdadero proceso educativo solo puede ser realizado en una atmósfera de realismo, sinceridad, cooperación, alegría, perseverancia, paciencia, fe, esperanza y amor ya que en definitiva.
¡EDUCAR ES AMAR!
Predicador Católico