El arresto arbitrario y juicios efectuados al Señor Jesucristo es un tema de gran interés no solo para los cristianos, sino también para historiadores y académicos escépticos.
A menudo se argumenta que los eventos que rodearon su juicio en el siglo I fueron ejemplos extremos de injusticia, y esta afirmación se apoya en una serie de fuentes y análisis que trascienden el contexto bíblico. Para entender la magnitud de las injusticias que se cometieron contra el Mesías es crucial establecer el contexto en el que se desarrollaron estos eventos. Durante el siglo I, Judea estaba bajo ocupación romana y las tensiones entre las autoridades judías y romanas eran enormes.
Esto creó un ambiente en el que los derechos y libertades individuales eran frecuentemente ignorados. El Señor Jesucristo, al predicar las verdades sobre las injusticias y los abusos de poder del Sanedrín, indudablemente desafiaba las normas sociales y religiosas. Convirtiéndolo en ese contexto en un blanco para las autoridades tanto judías como romanas. Los evangelios, particularmente los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, detallan que el Señor Jesucristo fue arrestado de noche y de forma arbitraria en el Huerto de Getsemaní y llevado ante el Sanedrín, una corte religiosa judía.
Sin embargo, estos relatos no solo tienen un significado religioso, sino que también ofrecen una perspectiva de las fallas legales en el proceso que lo condujo a la crucifixión. Los estudiosos han señalado varias arbitrariedades en los juicios del Señor Jesucristo. Según el historiador judío Flavio Josefo, el Sanedrín tenía que operar bajo un conjunto estricto de reglas. Entre ellas, se requería que las sesiones judiciales se llevaran a cabo durante el día, pero el juicio de Jesús ocurrió por la noche.
Además, la ley judía dictaba que se debía llevar a cabo un justo juicio, para que el acusado tuviera una legítima defensa. Sin embargo, en el caso del Señor Jesús, Él fue juzgado en un ambiente de hostilidad y urgencia y sin ninguna consideración de sus derechos.
El Talmud, una importante colección de la ley judía, también resalta las normas que se debían seguir en los juicios. La imposición de penas de muerte era un asunto extremadamente serio, que requería no solo evidencia sólida, sino también la posibilidad de apelación. Sin embargo, el Señor Jesús fue llevado directamente ante el gobernador romano, Poncio Pilato, sin un debido proceso, y esta falta de respeto al debido proceso resalta la naturaleza ilegal de su juicio.
El testimonio de historiadores externos, como Flavio Josefo y Tácito ofrece importantes corroboraciones sobre la naturaleza de las arbitrariedades del juicio.
Flavio Josefo, en su obra "Antigüedades Judías", menciona a Jesús de manera neutral, reconociendo su ejecución bajo Pilato y su fama como maestro y milagroso. Aunque su relato no se adentra en los detalles del juicio, plantea interrogantes sobre la validez de los cargos presentados contra Él y refuerza la idea de que su condena fue política con presiones eminentemente religiosa.
Por otro lado, Tácito, un historiador romano que escribió a principios del siglo II, también hace referencia a la crucifixión de Jesús en su obra "Anales". Su mención de la ejecución de Jesús y su identificación como el fundador del cristianismo sugiere que los líderes romanos no veían a Jesús como una amenaza importante en su momento, lo que hace que su condena se vea aún más arbitraria. Si los romanos no consideraban a Jesús una figura que mereciera la pena de muerte, surge la pregunta de por qué las autoridades judías y romanas se unieron en su condena.
Esto nos lleva a concluir que la condena del Señor Jesucristo se debió tanto a sus enseñanzas que no eran políticamente correctas, dado que desnuda la corrupción del Sanedrín y los excesos del rey Herodes Antipas, lo que provocó una enorme preocupación por su influencia sobre las masas.
Según el historiador N.T. Wright, este miedo se tradujo en un deseo de eliminar un potencial disturbio social en una época en que la estabilidad era crucial para el dominio romano. Esto pone de relieve un aspecto más sombrío del juicio: fue un acto de censura y control político disfrazado de justicia.
En suma, los juicios efectuados al Señor Jesucristo no solo reflejan un fallo monumental en el sistema de justicia de la época, sino que también muestran cómo el poder político y religioso interfiere en los procesos judiciales.
A través de las evidencias presentadas por historiadores como Flavio Josefo y Tácito, queda claro que la condena del Mesías no fue solo una cuestión de fe, sino un ejemplo de lo que ocurre cuando la ley se subordina a la política y a los intereses particulares. Lo mismo ocurre actualmente con miles de salvadoreños que han sido arrestados injustamente, acusándoles de ser criminales, sin serlo.
Abogado y teólogo