Historias que importan, gracias a lectores como tú

El periodismo que hacemos requiere tiempo, esfuerzo y pasión. Cada reportaje es para mantener informado y contar historias que marcan la diferencia

Sucríbete y obtén acceso a contenido exclusivo

  
Suscribirme
EPAPER Donald Trump|Miss Universo|Diáspora salvadoreña|Pensiones|Torneo Apertura 2024

Cuarto domingo de cuaresma: Mirando a la Cruz

Si Dios, a pesar de nuestros pecados, de nuestra forma de vida, nos espera con su incondicional amor ¿cómo podemos ser ciegos, sordos y mudos ante tal dicha?

Por Ricardo Lara
Médico

"Si fuéramos realmente conscientes de cuánto nos ama Dios ¿cómo podríamos permanecer indiferentes o rehusar nada a Dios? Si creemos firmemente que él nos encuentra dignos de amor, ¿cómo pudiéramos no poner nuestra confianza en Él?”


En las diferentes lecturas de los evangelios referentes a la Cuaresma, todo está hilvanado de tal forma que el feligrés entienda que Dios es un Dios de amor, como se lee ¿Cómo ser indiferentes al amor de Dios?


Lamentablemente, por lo que vive el país, más pareciera que hemos hecho a un lado a Dios y nos hemos volcado a lo terrenal, a adorar diferentes ídolos sabedores que, llevamos una doble moral.


Si Dios, a pesar de nuestros pecados, de nuestra forma de vida, nos espera con su incondicional amor ¿cómo podemos ser ciegos, sordos y mudos ante tal dicha?


Debe cada cristiano (católicos, no solo los evangélicos) responderse. “Él no nos fuerza: simplemente nos invita: “Este es mi amor hacia ti; ¿te gustaría aceptarme a mí y mi amor? ¿Te gustaría compartir mi amor con otros amándolos a ellos también?” ¿Qué respuesta le damos a Dios, por medio de Jesucristo?” Dios nos lo repite “ ¿Te gustaría compartir mi amor con otros amándoles a ellos también?”.


Todo está claro. Dios quiere que su amor sea compartido con otros, que seamos un espejo de Su amor y lo podamos compartir con otros, y debemos volvernos sabuesos para encontrar, para ir en la búsqueda de los preferidos de Dios; servirle a un amigo que tiene una posición económica muy buena es nadar en la orilla del lago, es en la profundidad del lago que encontraremos al niño, al enfermo, al anciano, al desvalido, al enfermo, al invalido y a los pobres, que en estos tiempos, somos la mayoría.


Dios nos invita a amar sin medida, que Su amor sea compartido con otros para ganar o merecer estar junto al Padre; llama poderosamente la atención algo que se lee en las redes sociales como es: “Que brille para él la luz eterna” sin embargo, nos arrogamos frases que suenan hermosas, pero quien las escribe, tiene un corazón y sus túnicas sucias y es que ¡Todos debemos hacer lo que a Dios agrada en vida! Y no esperar la muerte ni ser fáciles de boca para decir frases que son apenas un compromiso, una moda; será algún día en que Dios sea nuestra moda, que amar a Dios con toda nuestra alma sea la moda, que seguir los pasos de Cristo sea nuestra moda y será entonces que viviremos en la paz y gloria con el Señor.


Mirando a la Cruz es el título de este sencillo artículo y que bonito es leer y ser uno de los que se describe en las líneas anteriores, que portamos una cruz, un Rosario y antes de salir de casa nos encomendamos a Dios; sin embargo, una vez en nuestros vehículos, cambiamos, no para bien sino para mal; nos volvemos groseros con el peatón y con el otro motorista a grados de violencia inadmisibles y ¿Entonces? ¿De que sirve andar el carro y nuestras frentes marcadas con cruces de todos los colores y tamaños? ¡De nada sirve!


“En nuestras Iglesias y en la mayoría de nuestros hogares damos al crucifijo un lugar de honor. ¿Quiere ello decir que debemos amar las cruces? No, pero indica que creemos en nuestro Señor crucificado y que le amamos de corazón”.
Llega el momento de voltear la mirada a Cristo en la cruz y preguntarnos ¿Cuánto pesa mi cruz? ¿Soy digno de cargar una cruz? ¿Sufro como Jesús sufrió cuando fue crucificado? O solamente soy un polizonte, un espectador en la fe ¡Qué tristeza!


En mi experiencia personal he comprendido que entre más pesa esa cruz, más cerca estoy de Dios; es aquí que debemos preguntarnos ¿Por qué mi vida es ligera? ¿Por qué mi cruz no pesa? Sencillamente porque estamos alejados de Dios y hacemos cruces a nuestra conveniencia, aquellas cruces bofas, livianas, huecas donde solo hay amor para nosotros mismos y nos olvidamos de que, solo cargando una cruz pesada en fe, en amor al otro, es que valdrá la pena “Mirar la Cruz”.


Médico

KEYWORDS

Cristianismo Cuaresma Opinión

Patrocinado por Taboola

Inicio de sesión

Inicia sesión con tus redes sociales o ingresa tu correo electrónico.

Iniciar sesión

Hola,

Bienvenido a elsalvador.com, nos alegra que estés de nuevo vistándonos

Utilizamos cookies para asegurarte la mejor experiencia
Cookies y política de privacidad