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Hagamos caridad

Si San Lorenzo repartía los bienes de la Iglesia, practicó la caridad, si esa caridad cristiana que caracteriza a los religiosos, principalmente los católicos. Y caridad significa dar sin esperar recompensa, desprenderse de lo material para ayudar al necesitado; significa tener empatía hacia los menesterosos.

Por Carlos Alberto Saz

El 4 de septiembre se celebró el festival del loroco en San Lorenzo, Ahuachapán, con la preparación de diversos platillos a base de loroco.

La Iglesia Católica conmemora a San Lorenzo, diácono y mártir romano probablemente de origen español, que murió hacia el año 258 de nuestra era, refieren los datos históricos.


Administró los bienes de la Iglesia durante el papado de Sixto II.

Una leyenda del siglo IV dice que tres días después del martirio del papa (en tiempos de Valeriano), San Lorenzo repartió los bienes de la Iglesia entre los pobres y se presentó con estos al emperador, quien lo condenó a morir asado en unas parrillas. Este martirio se recuerda cada 10 de agosto.

Entonces, si San Lorenzo repartía los bienes de la Iglesia, practicó la caridad, si esa caridad cristiana que caracteriza a los religiosos, principalmente los católicos. Y caridad significa dar sin esperar recompensa, desprenderse de lo material para ayudar al necesitado; significa tener empatía hacia los menesterosos.

También caridad es bondad, altruismo, generosidad, auxilio, donación, limosna, dádiva, compasión, fraternidad, gratitud, consideración.


Todos los santos de la Iglesia Católica practicaron la caridad, y los sacerdotes también la practican. Al caritativo se le llama “Dador alegre”. Seamos, entonces “Dadores alegres”, y al dar caridad, de seguro que nos sentiremos alegres de haber servido desinteresadamente al que necesita de un mendrugo, de una moneda, de ropa, de techo, de todo lo demás que cubra las necesidades de quien necesita de una mano amiga.

Y así lo hizo, naturalmente, San Lorenzo. quien repartió los bienes de la Iglesia entre los pobres, sin importarle las consecuencias de sus acciones caritativas. Sigamos su noble ejemplo.


Sí, porque el cicatero, el tacaño, el que teniendo mucho no da nada y quiere tener más, el egoísta, es una persona indeseable, inhumana, malévola.

Hay anécdotas y realidades de egoístas que terminan mal precisamente por la gula, por el deseo enfermizo de tener más de lo que ya tienen.


Recuérdese la historia del Rey Midas, que estaba “bañado en oro” y quería tener más oro. Y le pidió al genio que todo lo que todo lo que tocase se convirtiese en oro. Y así fue; todas sus pertenencias se convirtieron en oro, hasta el alimento, el agua que intentaba beber se transformó en oro.

Hasta que se arrepintió de su gula y le pidió al genio que le devolviera la vida normal. Y nunca más este rey deseó riquezas y su escarmiento le sirvió de mucho para hacer caridad.


Publio Licinio Valeriano, emperador romano (253-260), desempeñó importantes cargos bajo los emperadores Decio y Treboniano Galo.


En el año 257 Valeriano decretó una persecución general contra los cristianos.

Al renovarse los ataques de los pueblos bárbaros y de los persas, el conquistador Valeriano se dirigió al Oriente para oponerse al emperador Sapor I. Pero en el año 260 el ejército romano fue derrotado.


Hagamos caridad, pues, tal como nos enseñó San Lorenzo, y haciendo caridad nos sentiremos mejor. ¡Sí, señores!

Maestro, psicólogo, gramático.

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Cristianismo Opinión

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