La Iglesia Católica celebra a San Agustín (354-430 después de Cristo) el más esclarecido de los filósofos católicos e insigne escritor de obras religiosas. Su nombre verdadero era Aurelio Agustino. Nació en Tagaste el 13 de noviembre del año 354 después de Cristo, y falleció en Hipona el 28 de agosto del año 430 después de Cristo.
Era hijo de Santa Mónica, pero de padre pagano, quien muy joven se retiró del cristianismo. Hay dos santos famosos de nombre Agustín, que la gente los confunde con frecuencia.
Uno de ellos fue Agustín de Canterbury, un gran misionero-obispo, que nació el 13 de noviembre del 532 d.de C. y falleció en Canterbury el 604 d. de C.
San Agustín de Canterbury, monje romano a quien el papa San Gregorio Magno envió a evangelizar Inglaterra, el año 597, y quien fue apoyado por el rey Etelberto de Kent, profundamente cristiano.
San Agustín de Hipona fue de mucho mayor celebridad que San Agustín de Canterbury, pues hoy se le considera uno de los grandes pensadores y maestros, a quienes después se les llamó Padres de la Iglesia Latina, ya que consolidaron las enseñanzas de la fe católica. Una de sus frases más recordadas es: “Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.
Aurelio Agustino estudió gramática y literatura latinas y fue profesor de Retórica en Cartago y Roma.
En esa época leyó a los filósofos Cicerón y Platón, lectura que lo hizo defender la posición maniqueísta sobre la dualidad imaginaria del bien y del mal.
Maniqueísmo es la tendencia a interpretar la realidad sobre la base de una relación dicotómica: el bien y el mal.
En el año 386, al haber reconocido a San Ambrosio, Aurelio Agustino se convirtió al cristianismo. Fue obispo de Hipona, en donde falleció al caer Roma.
Son famosas sus obras Confessiones (197-401), Soliloquia (386-387), De Trinitate Dei (399-401), De Gratia et libero arbitrio (388-395), De fide et operibus (413) y De civitate Dei (413-426).
El hipocorístico del nombre Agustín es Tin, y el de Agustina, Tina.
En Atiquizaya, hace medio siglo, en el Instituto Nacional Cornelio Azenón Cierra, el doctor Agustín Rodríguez Luna, químico farmacéutico Q.D.D.G.), fue un brillante catedrático. Agradecemos su enseñanza.
San Agustín nos enseña a amar como Dios: “La medida del amor es amar sin medida…”.
(Lecturas recomendadas: La Enciclopedia, SALVAT Editores. Madrid, 2004; Nueva Enciclopedia Temática, Editorial CUMBRE, S. A. México, 1996; Gran Atlas Universal, Editorial Sol 90 SL Barcelona, 2004; Diccionario esencial de la lengua española. Real Academia Española, Espasa Calpe. Madrid, 2006).
Maestro, psicólogo, gramático.