Si algo no se detiene es el tiempo. Estamos en Segundo Domingo de Adviento, doble fiesta para nosotros los católicos: además de acercarse la gran fecha de la Navidad se celebra el día de la Inmaculada Concepción de María. Este segundo domingo nos lleva a reflexionar sobre la conversión, el arrepentimiento y preparar el camino del Señor, pero ¿cómo enlazar la conversión en nuestro diario vivir? ¿Cómo preparar el camino para llegar en este caso a la Navidad?
Hablar de conversión, de transformar lo cotidiano en una forma de preparación es difícil y más aun si lo planifica o lo está pensando en cada acto que realice por tanto lo ideal es tener la clara convicción de lo que esta época nos invita y el llamado que recibimos de prepararnos para ser mejores seres humanos, mejores personas ir de lo general hasta llegar a los más singular a lo más sencillo y a veces imperceptible, como por ejemplo, los pensamientos, los malos comentarios, las críticas, desaprobar lo que no nos agrada de otra persona.
Se trata de ser personas más comprensivas y convertir esta época más allá de fiestas, regalos, luces, en acciones más de empatía, comprensión y caridad.
Muchos dirán “esto es difícil” y ¡claro que lo es! Y posiblemente yo el menos indicado en escribirlo, pero si lo pongo en práctica definitivamente esta puede ser la forma de preparar el camino para la llegada de la Navidad y tener una mejor comprensión y una mejor preparación espiritual.
Sí, lo espiritual nos lleva actuar de mejor forma podemos ser mejores personas, mejores vecinos, mejores ciudadanos, mejores cristianos.
Hay muchas religiones y debemos ser comprensivos y respetuosos en las creencias de cada quién en nuestro país, pero es lamentable que en otras latitudes hoy en día ya no se dice “feliz Navidad”, sino “happy holiday” o “felices fiestas”, intentando marginar a la verdadera razón de las celebraciones: el Nacimiento de Cristo.
Precisamente este segundo domingo que nos llama claramente a la conversión, arrepentimiento y prepararnos para la llegada del Señor.
Pero en cuanto al arrepentimiento lo que a los católicos más nos cuesta practicar es el propósito de enmienda y allí está la clave para tener una buena preparación, y como lo dice san Josemaría Escrivá en su libro Camino punto 172. “Si no eres mortificado, nunca serás alma de oración”
Médico.