¡Llegó adviento 2024 y cómo paso este año! ¿Lo vimos, lo sentimos? Bueno para muchos posiblemente fue un buen año; para otros, más o menos, y para muchos, pues un año más. Hoy es el primer domingo de adviento y la Iglesia nos manda a tener esperanza y vigilancia. Se enfoca en la venida de Cristo al final de los tiempos y este año nos recuerda: “Velad porque no sabéis a qué hora volverá el señor de la casa, si por la tarde, la medianoche o al canto del gallo, no sea que de repente, os encuentre dormidos” (Marcos, capítulo 13).
¿Cómo nos encontró? ¿Cómo fue este 2024? Desde lo mundial, lo nacional y lo personal.
Bien. Revisando la historia, desde la Segunda Guerra Mundial se está viviendo la mayor cantidad de conflictos armados de forma activa y, sin duda, el triunfo del presidente electo Donald Trump marcará el antes y después.
A nivel nacional, en el caso de El Salvador, además del proceso electoral sin duda alguna los resultados del censo 2024 lo que nos dice, lo que demógrafos analizan, lo que economistas opinan y lo que esta nueva pirámide poblacional nos está diciendo en lo personal daré una somera opinión:
El Salvador vive una franca transición demográfica significativa, en la cual la población joven está en una disminución significativa y hay un aumento en la población adulta y adulta mayor, con una marcada disminución del crecimiento poblacional.
Esto conlleva a un estancamiento del crecimiento poblacional, lo cual a simple vista parece lo contrario.
Dentro del análisis existe una franca migración del salvadoreño del área rural al área metropolitana de las ciudades más importantes como son San Salvador, Santa Tecla, Santa Ana y San Miguel. Estamos hablando de un 56% del total de la población, y eso lo podemos ver en algo que vivimos no lo percibimos: lo vivimos el caos en la movilización-
Aquí me detengo hacer la reflexión del serio problema de salud pública en cuanto al tráfico vehicular y, por ende, los accidentes de tránsito y la salud mental de quienes vivimos en estas ciudades.
Con respecto al censo, termino por citar que la esperanza de vida al nacer de los salvadoreños está en aumento, llegando casi a los 80 años en promedio.
El gran reto es ¿cuál es la calidad de vida después de superada la esperanza de vida? ¿Cuál es el nuevo modelo de atención en salud que tendremos los salvadoreños a partir de este censo?
Y por último preguntémonos en el plano personal qué fue lo más trascendental que nos ocurrió como seres humanos, y cada uno hacemos nuestras propias conclusiones, nuestros propios análisis.
La Iglesia en su sabiduría nos regala este primer domingo de adviento dos situaciones: estad preparados y tener esperanza. Pero, ¿qué es la esperanza? Conceptualmente es el estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea.
Pero para Julio Cortázar: La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose. En sí la esperanza es sinónimo de vida y, por tanto, valoremos la vida y cada uno poner ese valor de calidad de vida en la frase que no sea solo frase “un día a la vez”.
San José María Escrivá nos dice: “La esperanza cristiana se fundamenta en la fe y alimenta al pueblo de Dios en su caminar hacia el futuro y lo mueve a progresar por los caminos de la dignidad y la justicia para llegar a las promesas del Dios que ha de venir”.
Iniciemos este primer domingo de adviento con la fiel convicción de que Dios está por venir.
Médico.