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La desunión familiar

La vida es breve, cada quién sabe cómo va su relación con Dios y somos los padres; si, aquellos padres de la vieja generación que debemos luchar contra viento y marea para que nuestra mesa, sí, ese lugar sagrado donde compartimos los alimentos que Dios nos da, sea nuevamente el lugar donde la familia converse, se rían, se cuenten algo que ocurrió durante la semana, disfrutar de una hermosa sobre mesa y volver a los tiempos donde el almuerzo del domingo se esperaba con alegría, con amor, con deseos de que la familia esté reunida.

Por Ricardo Lara
Médico

Parece que abordar un tema tan relevante, se prefiere pasar la página, pues damos por sentado que la familia ya tiene su rato donde la desunión predomina. Lo ideal sería abordar un tema donde “LA UNIÓN FAMILIAR” fuera la primera página de un matutino; sin embargo, preferimos el silencio, muchos asentimos como que si la desunión familiar fuese una moda y vemos a la familia tal como Dios la dejó, como algo del pasado, algo fuera de moda, algo que ni vale la pena abordar. 

Parece que el aparecimiento de las redes sociales nos vino a dar el tiro de gracia. Familias que cada domingo estaban en su iglesia, llenas de júbilo, llenas de gozo recibiendo la palabra y bendición de Dios, eran las familias cristocéntricas, ahora ir a misa es para aquellos “raros”. Las iglesias lucen vacías y esa familia Cristocéntrica se ha convertido en una familia “táctil-céntrica”. ¡Qué tristeza! Padres y madres aislados, ensimismados y porque no decirlo, completamente embobados ante una pantalla, apenas se saludan, apenas se respetan, apenas se aman.

Ahora decirle a un joven que nos acompañe a la santa eucaristía se le debe decir con gran tacto pues si él prefiere quedarse ante una pantalla plana enorme disfrutando de tantísimos juegos, es difícil que nos acompañe y los padres pareciera que cedemos, pero me pregunto ¿cómo fue que permitimos esto?

Las cosas son más complicadas de lo que parece, y es un tema tan espinoso como nos cambiaron valores por anti valores y a nadie parece importar ni darse cuenta. Cada día, la desunión familiar gana terreno, y esto sucede en la casa más humilde donde se deja de comer por tener saldo como en la casa de una familia acomodada ¡todos desunidos!

La vida es breve, cada quién sabe cómo va su relación con Dios y somos los padres; si, aquellos padres de la vieja generación que debemos luchar contra viento y marea para que nuestra mesa, sí, ese lugar sagrado donde compartimos los alimentos que Dios nos da, sea nuevamente el lugar donde la familia converse, se rían, se cuenten algo que ocurrió durante la semana, disfrutar de una hermosa sobre mesa y volver a los tiempos donde el almuerzo del domingo se esperaba con alegría, con amor, con deseos de que la familia esté reunida.

Lejos estamos de ello, muy lejos, ahora hasta los adultos mayores están imbuidos en sus táctiles, ya la lectura es cosa del pasado, ver una excelente película que nos deje valores en su contenido ¿Para qué verla en un cine si en la palma de la mano tengo el mundo a mis pies? Así las cosas, el despertar será duro, demasiado duro pues el mundo es duro, demasiado duro; el desempleo, el hambre, la migración, la violencia no están en el menú de un táctil, y eso es lo que tenemos ahora, jóvenes, generaciones de jóvenes que no han salido de su cuarto desde la pandemia, apenas emiten algunos sonidos, el táctil les comió el cerebro ¡Parece mentira pero es la verdad!

Y es aquí donde estas líneas deben cuajar a la familia, no importa a qué denominación religiosa usted pertenezca, pero estamos a tiempo de avivar ese pequeño fuego que queda y convertirlo en un fuego que arda, que nos queme por dentro, que nos convierta, que sea ese fuego el mismo Dios que se incinera en nuestro hogar para que, todos amemos ese fuego; que todos vivamos pensando en ese domingo o en el día que sea para avivar la llama de la fe y que esa desunión familiar, se convierta en una familia verdadera, amante de las cosas de Dios. Estamos a tiempo.

Médico.

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Cristianismo Opinión

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