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Siempre tendrán pobres

Es necesario que cada cristiano se ubique en la realidad en que vive. Necesita desarrollar su sensibilidad humana ante la realidad de la pobreza en todas sus manifestaciones. El creyente puede tratar de justificarse afirmando que no puede resolver todos los problemas. Jesús tampoco resolvió todos los problemas de su época, pero no les dio la espalda, no dejó de tomar una posición frente a lo que vivía.

Por Mario Vega

¿Era Jesús el Mesías prometido? Esa era la pregunta que Juan el Bautista y muchos otros se hacían. Juan envío en su nombre a algunos de sus discípulos para preguntarle directamente a Jesús. Para mostrar la autenticidad de su mesiazgo Jesús comenzó a sanar enfermos y luego les dijo a los mensajeros de Juan: «Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio» (Lucas 7:22). La predicación de las buenas nuevas a los pobres era para Jesús una demostración de la realidad de que el Reino de Dios se había iniciado en su persona y en su ministerio.

La mención de la predicación del evangelio a los pobres y su ubicación al final de la lista de evidencias, para hacerlo más enfático, muestra la importancia de redescubrir el ministerio de la iglesia a los pobres. Esto cobra mayor importancia en tiempos cuando la iglesia le da la espalda al énfasis de Jesús, ya sea espiritualizándolo o excluyéndolo de su incumbencia. Otras veces incluso tergiversando sus palabras a fin de justificar su apatía, como ocurre con el discutido pasaje cuando dijo: «Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis» (Mateo 26:11). Es importante comprender este dicho de Jesús porque sus implicaciones pueden favorecer o entorpecer la evangelización.

Las palabras de Jesús fueron expresadas en el contexto de su ausencia inminente. Él estaba defendiendo la buena acción de la mujer que lo ungió para prepararlo para la muerte. El pensamiento de Jesús podría expresarse así: «Dentro de unas horas no podréis ofrecerme este perfume porque estaré muerto, pero podréis hacer bien a los pobres porque estarán con vosotros». En el texto griego el verbo «tener» [a los pobres] no está en futuro, sino en presente del indicativo. Si por razones teológicas algunos traductores usaron «tener» en futuro, no estaría mal que lo hubieran hecho con Jesús; pero aplicar el futuro a los pobres, es una barbaridad; porque se le hace un gran daño al evangelio en sus dimensiones sociales, morales, pastorales y políticas, porque condenan a los pobres a ser pobres, por los siglos de los siglos.

El pasaje tampoco debe ser entendido como una condición divina para las mayorías a fin de que los cristianos puedan ejercitar su piedad a través de las buenas obras. Esta interpretación no solo es incorrecta bíblicamente sino también monstruosa en la dimensión humana. ¿Cómo sería posible creer en un Dios que coloca a algunos seres humanos en la miseria para que sirvan de entrenamiento para la piedad de otros? Ese no es el Dios que Jesús vino a revelar. La interpretación también resulta defectuosa en la dimensión divina y no hace justicia al texto ni al contexto. Es contrastante con la actitud que Jesús asumió hacia los pobres. El alivio de las necesidades humanas fue una constante en su vida y ministerio.

Más adelante, el apóstol Pablo urge a los cristianos a trabajar, no solo para satisfacer sus necesidades sino también para contar con más medios económicos para poder ayudar a los que tienen menos. «No se trata de que otros encuentren alivio mientras que ustedes sufren escasez; es más bien cuestión de igualdad. En las circunstancias actuales la abundancia de ustedes suplirá lo que ellos necesitan, para que a su vez la abundancia de ellos supla lo que ustedes necesitan. Así habrá igualdad, como está escrito: “Ni al que recogió mucho le sobraba, ni al que recogió poco le faltaba”» (2 Corintios 8:13-15).

Es necesario que cada cristiano se ubique en la realidad en que vive. Necesita desarrollar su sensibilidad humana ante la realidad de la pobreza en todas sus manifestaciones. El creyente puede tratar de justificarse afirmando que no puede resolver todos los problemas. Jesús tampoco resolvió todos los problemas de su época, pero no les dio la espalda, no dejó de tomar una posición frente a lo que vivía. Él decidió resueltamente solidarizarse con los humildes en su sufrimiento. Los creyentes, que llevan su nombre, deberían seguir su ejemplo. En eso consiste la esencia del cristianismo, en el seguimiento de Jesús.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.

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Cristianismo Opinión

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