Por celeberarse este mes el 107 aniversario de las apariciones de la Virgen de Fátima, quiero dedicar este artículo con mucho amor a nuestra Madre, que a pesar que muchas veces le sacamos las lágrimas con tanta maldad, injusticia, discriminación, violencia hasta en la misma familia, siempre sigue amándonos e intercediendo por cada uno de nosotros ante Dios y ante su hijo Jesús, y a los 3 pastorcitos que por su humildad y sencillez tuvieron la oportunidad de ver a la Virgen y recibir mensajes de ella para el mundo.
El amor de nuestra madre hacia nosotros, los seres humanos, es igual de infinito que el amor que nos tiene Dios. Lo que pasa es que nosotros, sus hijos, nos olvidamos de hablarle sin miedo, de hijo a madre, y de buscar a Dios y a ella tanto en los momentos buenos, como en los malos. No solo cuando tenemos un problema que lastimosamente ya se salió de nuestras manos o cuando queremos un milagro o que algo salga bien a favor nuestro; a Dios y a la Virgen hay que tenerlos siempre en nuestro corazón y nuestra mente.
El camino más fácil y más corto para llegar a Dios, y al cielo, es por medio de su madre, la Virgen María, y el mejor medio para llegar a ella es el Santo Rosario, en el cual meditamos la vida de Jesús y para lograr la paz; la oración más perfecta y amada por la Virgen es el Ave María, es la oración más amada por ella porque cada una de las Ave María es una rosa que cada uno de nosotros le regalamos a nuestra madre, y por supuesto a Dios.
Creo que sí todos nos unimos a rezar el Rosario cada día y nos consagramos a ella para llegar a Jesús tal como lo pidió en Fátima, podemos conseguir la paz mundial y el triunfo del inmaculado corazón de María.
Cito aquí unos mensajes dados en Fátima para nuestra Madre: «Continúen rezando el santo rosario para alcanzar el fin de la guerra. En octubre vendrá también nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores y del Carmen, San José con el Niño Jesús para bendecir al mundo». (13 de septiembre de 1917). «Cuando recen el rosario, digan después de cada misterio: «Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente las mas necesitadas de tu misericordia» (13 de junio de 1917).
El otro gran mensaje fue la conversión de cada uno de nosotros. Menciona que los pecados que más llevan almas al infierno son de impurezas, los placeres, de la carne, entre otros. Cito algunos mensajes: «Han visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo les digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará, pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzará otra peor» (13 de julio de 1917). «¡Hagan sacrificios por los pecadores y digan muchas veces, y especialmente cuando hagan un sacrificio: «Oh, Jesús, es por tu amor, ¡por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!» (13 de julio de 1917).
No dejemos nunca de pensar y de tener en nuestro corazón a Dios y a nuestra madre la Virgen María, a pesar que estemos en los peores momentos; porque ellos siempre nos aman y nunca nos dejan solos.
Deseo terminar con unas preguntas para reflexionar cada uno en el su corazón: ¿Será que hemos hecho lo dicho en Fátima por nuestra madre María o por el contrario estamos peor que hace 107 años? ¿Será que la gran solución para que terminen las guerras es que todos sin importar las religiones nos unamos a rezar el Rosario cada día y dejemos de ofender a Dios?
Licenciado en Turismo.