La religión como concepto no ha sido siempre fácil de definir, menos aun cuando se trata de un elemento de estudio académico. En parte porque, los grandes exponentes de cada una de las religiones existentes han intentado anteponer, no solamente sus puntos de vista, sino también, su propia definición sobre las ya existentes. Además, de que cada uno de nosotros, ya sea practicantes o no de actividades religiosas, solemos tener nuestra propia definición personal de lo que entendemos por “religión”. Es precisamente la universalidad de la religión, es decir, el encontrarla en prácticamente cualquier lugar y la evolución que ha tenido a través de la historia, lo que hace difícil centrarnos en un concepto académico, generalizado y único de lo que es religión.
Una de las definiciones más sencilla pero completa de religión sería, “Virtud que mueve a dar a Dios el culto debido” (Real Academia Española). Y luego están las que son más complejas, tal como “Sistema institucionalizado de prácticas, símbolos, creencias y valores por medio de las cuales un grupo de personas interpreta y responde a lo que ellos consideran sagrado”, esto con la finalidad última de “proveer respuestas a las situaciones del significado último de la vida”. (Propuesta por dos sociólogos Charles Glock y Rodney Stark, en 1965 en su libro, “Religión y Sociedad en Tensión”) con esto, proponen una definición académica para religión. Sin duda, para muchos, una definición complicada para una palabra compleja.
Sin embargo, con este concepto se nos permite aceptar que la religión, no es solamente un sistema de creencias, sino que también una institución social. De hecho, para algunas personas se trata más de un medio de contacto social que una expresión de relación con la Divinidad. Ahora bien, los patrones y pautas religiosas están dentro de las actividades que mayor influencia tienen sobre la vida de los individuos cuando estas son adquiridas tempranamente en las sociedades en que ellos viven.
Si el término religión ha sido difícil de consolidar como una definición académica, mayor dificultad se presenta cuando se introduce el concepto de “Ciber-Religión”: ¿Será posible hablar de religión en el ciber-espacio? Y de ser así, ¿habrá que cambiar los conceptos adquiridos para dar espacio a la religión digital?
Para evitar la complejidad de los términos y facilitar la difusión de los nuevos conceptos, se ha propuesto que “Religión en Línea” se use para definir aquellos grupos religiosos ya establecidos y tradicionalmente reconocidos, que utilizan la Internet para expandir sus actividades. En cambio “Religión Digital” o “Ciber Religión” se usaría para describir las nuevas prácticas religiosas de diferentes tipos, que se llevan a cabo exclusivamente en el ciber-espacio, esto abre el espacio para que sectas, hermandades y congregaciones no religiosas entren en esta definición, en una especie de “fe electrónica” sin barreras, pero también sin la certeza de que estará respaldada por la relación que debe tener con la Divinidad. En el caso de “religión en línea”, ponemos en asociación conceptos tecnológicos actuales con procesos religiosos que llevaban años realizándose de manera presencial.
Ya en 1990 durante la celebración del Día Mundial de las Comunicaciones, el Papa Juan Pablo II mencionaba sobre las posibilidades de difundir los mensajes católicos en línea, dando lugar así a las llamadas “Iglesias en Línea”. Un ejemplo claro de esta combinación de hechos se pudo visualizar en la transmisión del 27 de marzo de 2020, cuando en medio de la temida pandemia de covid-19, en una solitaria Plaza de San Pedro en Roma, el Papa Francisco emitía la bendición Urbi et Orbi en ausencia física de feligreses y presentaba en forma totalmente cibernética la bendición para la ciudad y el mundo, por televisión y por internet a los habitantes de todas partes del planeta.
Esta especie de “Fe Digital” permitirá una difusión mayor de las enseñanzas, prácticas, valores y creencias a un número cada vez más grande de ciber-asistentes. Pero, será necesario reconocer la fuente de esta información religiosa y poder determinar si son “religiones tradicionales” en línea o se trata de una nueva forma de expresión religiosa buscando su sitio en el ciber espacio, por lo que es importante reconocer que ambos casos no son sinónimos.
Quizá la mejor definición de religión que hemos tenido en muchos años viene del propio Papa Francisco quien en el encuentro de Oración por la Paz, en Bolonia, Italia en 2016 nos recordaba que debemos entender cuál es la finalidad última de la religión presencial o virtual: “Las religiones, si no buscan caminos de paz, se niegan a sí mismas. Sólo pueden construir puentes, en el nombre de Aquel que no se cansa de unir el cielo y la tierra. Nuestras diferencias no deben, por tanto, ponernos unos contra otros: el corazón de los que creen de verdad nos exhorta a abrir, siempre y en todas partes, los caminos de la comunión”.
Médico y Doctor en Teología.