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Juan encarcelado

«Herodes se alarmó, debido a que sus sermones los soliviantaban [a los campesinos] en sumo grado. La elocuencia que tanto efecto había surtido en las gentes podía conducir a alguna forma de sedición, pues parecía como si estuvieran dirigidos por Juan en todo cuanto hacían. Herodes decidió que dar el primer golpe antes de que la actuación de Juan condujera a un levantamiento era mucho mejor que esperar a la convulsión, verse envuelto en una situación difícil y tener que reconocer su error». (Flavio Josefo)

Por Mario Vega

Herodes se esforzaba por ganarse el favor del pueblo, pero cada uno de sus intentos obtenía el resultado inverso. Su plan estrella de modernización del valle del Jordán chocó con la espiritualidad popular del movimiento de Juan el Bautista. Los campesinos y pueblerinos que se reunían en gran número para oír a Juan adquirieron nuevas perspectivas de su propia potencialidad al conocerse con personas de regiones disímiles como Galilea, Samaria, Perea y Judea. Para ellos era claro que sus propios actos y resolución moral podían cambiar la situación de sufrimiento y desposeimiento en que estaban inmersos. El mensaje de Juan era un ataque directo contra las estrategias dinásticas de Herodes y eran parte de su campaña permanente contra la injusticia y la soberbia de la sociedad herodiana.

Las personas que en masa acudían al ritual del bautismo de Juan mostraban su oposición al quebrantamiento de las leyes ancestrales por parte de Herodes. Cada vez eran más las personas convencidas de que el reino de Dios estaba próximo y de que los sufrimientos de los justos pronto llegarían a su fin. Esa expectativa fue exacerbada el día cuando otro campesino se acercó para ser también bautizado. Juan afirmaría que ese galileo, de nombre Jesús, era de quien había profetizado antes que en lugar de bautizar con agua bautizaría con fuego y quien ya tenía el hacha puesta a la raíz del árbol. Alentó a sus seguidores a que fueran tras él y lo escucharan.

En su sed de apoyo popular Herodes pensó que, al casarse con la descendiente asmonea de un rey anterior, sus súbditos le verían actuando en el papel de un nuevo David. Aunque Herodes estaba familiarizado con las tradiciones reales davídicas de su propia familia, parece que no tenía un conocimiento suficiente de las Escrituras de su propio pueblo como para entender el gran pecado que cometía. Al contrario de verlo como un nuevo David, el pueblo lo vio como una nueva versión del odiado rey Acab, que se había casado con una nueva Jezabel.

Para empeorar aún más las cosas, cuando la legítima esposa de Herodes se enteró del adulterio de su cónyuge huyó hacia el sur con una escolta armada y atravesó 110 kilómetros de territorio desértico hasta llegar a la seguridad de la ciudad de Petra, capital del reino de su padre. Con el regreso de su hija el rey de Arabia no solo dio por terminada su alianza con Herodes, sino que también reanudó las hostilidades contra Israel, dando así al traste con el plan de la nueva ruta comercial. Ahora Herodes debía prepararse para la guerra, lo que hacía que su situación política fuera sumamente vulnerable. Juan interpretó el momento de debilidad que vivía Herodes, rodeado de críticas y debilitado en todos los frentes, y lanzó su nueva arremetida predicando: «No te es lícito tener la mujer de tu hermano».

El nuevo mensaje de Juan caló fuertemente entre el pueblo, pero también llegó hasta el palacio. Herodías, la nueva esposa y sobrina de Herodes, percibió la fuerza moral que el mensaje de Juan ejercía sobre el pueblo y comenzó a presionar a su esposo para que tomara acción inmediata contra el profeta. El movimiento de protesta, fuerte y directo, encabezado por Juan el Bautista planteaba ya una seria amenaza política interna. El historiador Flavio Josefo describe la situación provocada por el Bautista en los siguientes términos: «Herodes se alarmó, debido a que sus sermones los soliviantaban [a los campesinos] en sumo grado. La elocuencia que tanto efecto había surtido en las gentes podía conducir a alguna forma de sedición, pues parecía como si estuvieran dirigidos por Juan en todo cuanto hacían. Herodes decidió que dar el primer golpe antes de que la actuación de Juan condujera a un levantamiento era mucho mejor que esperar a la convulsión, verse envuelto en una situación difícil y tener que reconocer su error».

El evangelio de Lucas resume lo que sucedió: «Sobre todas las maldades que Herodes había hecho, añadió además esta: encerró a Juan en la cárcel». Ya preso Juan, el hombre a quien él había bautizado, Jesús, comenzó a predicar: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca». El mismo mensaje del Bautista continuaba siendo anunciado.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.

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