El segundo domingo de diciembre es el Día Nacional de la Biblia. Así fue establecido por la Asamblea Legislativa en 2002, con un decreto que tiene como propósito estimular su lectura y estudio. La Biblia es un libro tradicionalmente aceptado y leído con cierta frecuencia. Pero aún hace falta mucho para comprender su naturaleza y extraer la fuerza de su mensaje. Aplicar su enseñanza a la actualidad salvadoreña y adoptarla como norma de vida es una tarea deficitaria sobre la que se debería, al menos, reflexionar en este día especial.
La Biblia en realidad es una colección de libros, como una biblioteca pequeña. Está dividida en dos grandes secciones: el Antiguo Testamento, que contiene una selección de libros sagrados del antiguo Israel, y el Nuevo Testamento, que es una selección de los libros sagrados de la iglesia primitiva. A pesar de que la Biblia es una selección de libros de diversas épocas, autores y contenidos, posee unidad. Pero hay que ser cautos con afirmaciones tales como “La Biblia dice…”, del mismo modo que sería incorrecto decir “la Biblioteca Nacional dice…”, cuando lo que realmente se quiere es citar la opinión de uno u otro autor. La mejor expresión es aquella que nombra un libro específico o su autor, reconociendo así que individuos de diferentes tiempos y con ideas diferentes escribieron cada libro individual.
El título “Antiguo Testamento” es una designación cristiana que lleva implícita la convicción de la existencia de una segunda colección de libros relacionados con Jesús, conocida como “Nuevo Testamento”. La formación del Nuevo Testamento, que implica la redacción y la conservación de los libros compuestos por los seguidores de Jesús, fue un asunto largo y complicado. Comenzando por el hecho de que Jesús no escribió ningún libro que contuviera su revelación. Tampoco ordenó a sus discípulos que lo hicieran. No es accidental que las cartas fueran la primera literatura cristiana en ser escrita. Más concretamente, fue Pablo quien, en la década de los años cincuenta del siglo I, produjo los primeros documentos cristianos que han llegado hasta nosotros.
Pablo escribió sus cartas para atender problemas inmediatos de los creyentes que vivían lejos de él. Nunca imaginó que lo que escribía llegaría a ser reconocido en un futuro como Escrituras. Por ese tiempo también se comenzaron a escribir algunas de las palabras de Jesús y de sus hechos. Esos materiales escritos, sumados a los relatos orales, permitieron escribir después los primeros relatos sobre Jesús. Así apareció el género de los evangelios. El primero en ser escrito fue el de Marcos, probablemente en la década de los años sesenta. Este primer evangelio sirvió de base para que Mateo y Lucas escribieran los suyos. El evangelio de Lucas es una obra más extensa, en dos partes, la primera es el evangelio y la segunda es el libro de los Hechos de los Apóstoles. En este se cuenta el anuncio de las buenas nuevas comenzando en Jerusalén y terminando en Roma, siguiendo a Pablo como eje del relato.
A las cartas de Pablo se sumaron otras posteriores. También existen las homilías, hoy conocidas como Primera de Pedro y Santiago. También hay un tratado, que es el libro de Hebreos. La Primera carta de Juan, no tiene formato de carta y se vuelve difícil clasificar su género. También se incluye el libro de Apocalipsis que representa otro género de la época posterior a la década de los setenta. En Apocalipsis se expresa la esperanza de los cristianos que sufren persecución de los gobernantes. Muestra que la historia se encuentra bajo el control de Dios. Su reino es más amplio y poderoso que la historia vivida por el pueblo de Dios en esos momentos.
Apocalipsis se encuentra al final de la Biblia y expresa la seguridad para nuestros días de que, a pesar de los reveces injustos que sufren los cristianos, Dios los hará victoriosos. El final de la historia es el triunfo del bien sobre el mal, de la verdad sobre la mentira, de la justicia sobre la injusticia y de lo correcto sobre lo torcido. Con la lectura y estudio de la Biblia los creyentes encuentran ánimo, fuerzas y esperanza para continuar enfrentándose a los problemas y amenazas de hoy.
Pastor General de la Misión Cristiana Elim.